El concejal de Obras Joaquín Rumbo, aseguró ayer que el ayuntamiento escuchará las opiniones de los vecinos antes de adoptar una decisión definitiva en torno a la demolición del puente de San Francisco. La asociación, que ha convocado para hoy una asamblea, estudia medidas de protesta para frenar el derrumbe. En este sentido, Rumbo señaló que el derribo está incluido en un anteproyecto que aún no ha sido concretado, ya que existen otras opciones para evitar esta acción.

El edil reiteró que entre las iniciativas que se barajan para reducir el tráfico de la zona está la de construir una glorieta con una réplica del auténtico puente en el lugar que ocupa el actual. Sin embargo, Rumbo rechazó la construcción de la ronda Este como solución para evitar los atascos, ya que, según señaló, esta obra no acabaría con los problemas de tráfico de este barrio.

Además, el concejal recordó que están negociando la compra de casas del barrio para su expropiación, ya que el ayuntamiento pretende ampliar las vías de Mira al Río y San Roque. Según anunció, se han comprado cuatro casas y la mayoría de los vecinos están dispuestos a negociar la venta de sus propiedades. En esta iniciativa el ayuntamiento gastará unos 42 millones de euros.

Por otra parte, Joaquín Rumbo destacó que el derribo del puente evitaría numerosos problemas a los autobuses que no pueden acceder a la zona. Además, con la demolición de la infraestructura se evitaría el aislamiento del barrio cacereño de San Marquino.

Asimismo, admitió el valor sentimental del puente, aunque rechazó su riqueza histórica. El valor histórico del puente es discutible, según los expertos. Ya en los años 70 el alcalde Alfonso Díaz de Bustamante adoptó la medida de construir un nuevo puente con dos ojos para evitar los atascos. El derribo del puente forma parte de un plan de reordenación urbana del sureste de Cáceres, que intenta acabar con el problema de tráfico en la zona.