La recuperación del casco histórico de Cáceres por los pequeños propietarios se ralentiza. Se siguen rehabilitando casas, pero a un ritmo más pausado que en la última década. La causa es la escalada de precios --de un 20 a 30% más-- que está experimentando la vivienda en este entorno, cada vez más de moda, y el progresivo descenso del número de inmuebles disponibles para reformar, según se desprende del balance de la Oficina de Rehabilitación del Centro Histórico de Cáceres.

El año pasado se tramitaron en esta oficina --que gestiona la concesión de subvenciones a la rehabilitación--, 64 expedientes nuevos de reforma, solo cuatro más que en el 2005. La inversión media por reforma ha sido de 24.000 euros, lo que significa que el año pasado se destinaron cerca de 1,5 millones de euros a la rehabilitación. De ellos más de 900.000 euros salieron del bolsillo del promotor y el resto, unos 600.000, los aportó la administración (la Junta y el ministerio de Fomento) en forma de ayudas a la rehabilitación.

Estos datos desvelan que mientras que el número de rehabilitaciones ha sufrido un leve "retroceso", no la cuantía económica, según valora el responsable de la oficina municipal, José Luis Sánchez de la Calle, ya que tanto el importe de las inversiones como el volumen de las subvenciones "son similares" a las de años anteriores.

Más de la mitad de las reformas fueron promovidas por vecinos a título particular, 46 de todos los expedientes, mientras que el resto, 18 proyectos de rehabilitación, los presentaron desde las comunidades de vecinos para la reparación de fachadas o cubiertas. No se incluyen en estos cómputos, las rehabilitaciones que no solicitaron subvención, como pueden ser los nuevos hoteles en construcción.

Gusto por vivir en el centro El foco de atracción de los pequeños promotores sigue manteniéndose en el radio fuera de la muralla. La causa es evidente: en la ciudad intramuros apenas hay ya inmuebles disponibles en los que actuar. Así, el entorno de la plaza de la Concepción, las calles Barrionuevo, Margallo y San José, fueron las zonas donde más viviendas se rehabilitaron el año pasado (24 expedientes). Le siguieron las áreas de Caleros y Ribera del Marco, Pizarro y Pintores-calle Parras. En el interior de la muralla, se llevaron a cabo 5 rehabilitaciones.

La progresiva reducción de inmuebles desocupados o pendientes de rehabilitar, según valora Sánchez de la Calle, "está produciendo una selección cada vez mayor de las casas que se reforman". Esto también es consecuencia del perfil de los nuevos propietarios, de mayor poder adquisitivo, por lo que llevan a cabo actuaciones integrales con presupuestos más elevados.

Los solicitantes de viviendas para rehabilitar en este entorno suelen ser jóvenes, de diferentes sectores sociales y con un principal punto en común, según el responsable de la oficina: "Gusto por vivir en el centro histórico sopesando todas las incomodidades que pueda tener respecto a zonas nuevas de la ciudad".

Demasiado apreciadas La parte antigua ha vivido una década de eclosión, en el terreno de nuevos vecinos, que está rozando su tope. Sánchez de la Calle considera que el proceso de rehabilitación de estos últimos años, unido a la mayor demanda por vivir en el entorno y la menor oferta de casas vacías, ha llevado a apreciar casi de una forma "exagerada" los inmuebles del casco histórico. Vivir en el barrio antiguo se va convirtiendo poco a poco en un objetivo al alcance de cada vez menos bolsillos o menos dispuestos a embarcarse en proyectos de tal envergadura.