«No todas las mujeres que sufren ataques durante su vida son violadas pero sí todas las mujeres, en algún momento, experimentan, como poco, un episodio cuanto menos incómodo con algún hombre». Lo afirma la Asociación de Derechos Humanos de Extremadura, basándose en las estadísticas. Ante esta situación el colectivo ha elaborado junto al ayuntamiento un protocolo para prevenir este tipo de violencia.

Está dirigido a policía, bomberos, personal de seguridad privada y de control de acceso, titulares de establecimientos públicos o privados, organizadores de eventos de ocio, voluntarios de organizaciones como Cruz Roja, DYA, ARA y a conductores de autobuses y taxistas. El objetivo, apunta la presidenta del colectivo que lo ha desarrollado, Flor Fondón, «es lograr una ciudad segura para todas las personas; una ciudad amable debe contemplar todo el universo de quienes la habitan, todas las realidades con sus bellezas y miserias».

Así, busca concienciar sobre las formas de violencia hacia las mujeres, visibilizar las conductas sexistas y sensibilizar la cultura de ‘tolerancia cero’. También ofrecer pautas de actuación ante un caso de acoso, aumentar la eficiencia de la respuesta y garantizar la atención a las víctimas. A finales de este mes se llevará a cabo una jornada informativa y se realizarán también online.

Los locales de ocio que se adhieran recibirán un distintivo y deberán designar a una persona como responsable de atender a la víctima, un punto concreto al que pueda dirigirse y evaluar zonas oscuras u ocultas que faciliten la vulnerabilidad de las mujeres.

Los autobuses permitirán a la mujer que lo solicite bajarse en una sitio fuera de la parada para llegar al destino lo antes posible, siempre que no genere problemas de seguridad vial. Y el conductor del taxi esperará hasta que la mujer entre en su destino y cierre la puerta o hasta que llegue la persona con la que ha quedado. Y la acompañará a un centro médico o llamará a la policía si lo necesita.

Adhex incide en la necesidad de la implantación urgente en las escuelas de la educación afectivo sexual con perspectiva feminista, para fomentar prácticas saludables e igualitarias. «Hay niños que con 8 años han visto por primera vez porno por casualidad; con 10 y 11 años ya empiezan las incursiones en los vídeos pornográficos y cuando cumplen 16 tienen un repertorio de violaciones, agresiones, relaciones sin consentimiento, pornografía, zoofilia. Las consecuencias son terribles, a nivel individual surge la insatisfacción; hay niños que están siendo tratados por su incapacidad para la masturbación por esa sobreestimulación, ya nada les resulta placentero» advierte Fondón