El proyecto ha supuesto un desembolso de 1,2 millones de euros (200 millones de pesetas), pero los responsables están satisfechos con los resultados y esperan sacarle partido. El grupo cacereño de restauración El Puchero, también formado por Catering San Jorge y pastelerías La Guinda, acaba de abrir una amplia central hostelera en Las Capellanías integrada por decenas de instalaciones para preparar, envasar y servir al por mayor todo tipo de comidas.

Esta iniciativa, novedosa en Cáceres dadas sus dimensiones --2.000 metros cuadrados de cámaras frigoríficas, salas de despiece, repostería, cocinas, salas de envase...--, fue concebida hace tres años por la familia Bravo, propietaria de la empresa, que factura unos 2 millones de euros anuales. Tras 18 meses de obras, el proyecto ya está listo y en funcionamiento.

Por ahora abastece al propio grupo, integrado por los cuatro restaurantes El Puchero --plaza Mayor, Virgen de la Montaña, Eroski y Capellanías--, las dos pastelerías --Virgen de la Montaña y Eroski-- y la división de catering, "pero pronto comenzaremos a remitir tarifas a otros restaurantes, hoteles, tiendas de alimentación, hípers y colectividades (colegios, organismos...)", explica Jesús Bravo, gerente de ventas.

Tartas y rellenos

Unos treinta operarios trabajan cada día en la central, que ofrece cuatro tipos de alimentos: materias primas (sin cocinar), precocinados, semielaborados y elaborados. Se trata de un gigantesco engranaje donde los productos van pasando de una estancia a otra (almacén, cámara, cocina, envase...) sin perder la temperatura necesaria ni tomar contacto con otros alimentos. En realidad parece un laberinto cuidadosamente distribuido, en el que las exigencias de seguridad e higiene llaman la atención. El personal tiene incluso dos taquillas para la ropa de calle y de trabajo, a fin de evitar contaminaciones.

Sin duda la sala más curiosa es la de repostería, donde se alinean bandejas de bambas, yemas y un sin fin de tartas. Muy cerca, la llamada sala fría, zona de preparación de lomos y solomillos rellenos, canapés, ensaladas... Más allá una auténtica macrococina . Pero además, estas dependencias incorporan maquinaria avanzada y llamativa, como un lavavajillas gigantesco, un robot de corte, un abatidor de temperaturas que evitar microorganismos y una envasadora de 3.000 raciones por hora. La central se completa con laboratorio veterinario, aula de formación para los empleados y comedor para pruebas de catering.