Ya no hay pupitres ni encerados pero pronto el recinto volverá a llenarse de gente que convivirá entre un hotel y unos bloques de pisos que ya ocupan lo que fue el antiguo colegio San Antonio de Padua, sin duda, el más mítico de Cáceres. Enrique Negro, arquitecto y codirector de la obra del Don Manuel, explica al detalle las características de este espacio urbano, articulado en torno a un pasaje y una plaza.

En el área del hotel, habitaciones amplias y varios salones distribuidos en la planta baja, situada a un lado y otro del pasaje, de entre los que destaca el salón de convenciones, doble, con capacidad para 300 personas y que puede ser utilizado para todo tipo de celebraciones y banquetes. "Es la estrella del hotel dentro de los salones", indica Enrique Negro.

Al lado de la recepción, junto a la plaza, se distribuyen los despachos y la zona de vestuarios para empleados, además de los servicios, para clientes y trabajadores. En ese área también se incluye un salón de usos múltiples, enfocado para el desayuno "pero que es configurable para otros usos". Pese a estar cuatro metros bajo tierra, destaca por su conexión con la calle Margallo a través de una doble altura que ofrece, por un lado, iluminación natural y, por otro, luz artificial a través de paneles de alabastro.

La cocina, conectada directamente con el pasaje exterior a través de cristaleras, es otro de los atractivos porque el público podrá ver cómo se elaboran los platos.

Todo ello con un interior muy cuidado: pasos alfombrados, patios interiores con vegetación, una cafetería con vistas a Margallo y obra pictórica destacada como la de Elena Dávila, Pastora Beckett o Gabriel Mazo.