Las obras de Alzapiernas se están haciendo eternas para los propietarios de los negocios de alrededor, que solicitan que terminen «cuanto antes».

Ayer por la mañana, Juan Manuel Fragoso, gerente del restaurante Esencia Extremeña, que se encuentra justo al principio de la calle, presentó una solicitud al ayuntamiento para poder hablar con Luis Salaya, el alcalde de Cáceres. La situación que vive este cacereño fue recogida por este diario y Manuel asegura que desde entonces todo continúa igual, «o peor». El lunes pasado cerraron su negocio y «lo más triste es que mi fachada ni la han tocado», cuenta. Pese a que «lo único que pedía es cubrir lo más básico», aún no ha obtenido respuesta. «No me han dado nada, me han dejado en la calle», explica con respecto a que aún no ha recibido compensación económica, algo que considera vital. «Tengo que comer, tengo que pagar mi casa, ahora llega el día 1 y tengo que vivir».

La ferretería Mateos Rebollo está sufriendo de cerca los efectos de las obras. Parte de la fachada colindante a la calle Alzapiernas está derrumbada y dentro del local también hay destrozos. «Nos dijeron que nos iban a abonar las pérdidas, ojalá y se cumpla», afirma Ismael Cambero, dependiente de la ferretería. Igualmente, señala que «las ventas se han notado bastante».

La misma situación la viven en la tienda de alimentación Los Ibéricos. «Estamos arruinados», confiesa Inés Márquez, gerente del establecimiento. «Nos dijeron que empezaban las obras después de Womad y ahora resulta que nos enteramos por El Periódico Extremadura que comenzarían después de la feria», cuenta Inés, que también lamenta la situación de todos los locales de la zona. «Que terminen antes de agosto, por favor», reclama, ya que asegura que en ese mes empieza el repunte del turismo. Además, solicita que haya más trabajadores puesto que «solo hay dos» o, en caso de no ser posible, que lo hagan por partes, «que habiliten una parte de la calle para que se pueda pasar».

También, Diego Bravo Fajardo, gerente de Retales Manolo, otro de los negocios de la zona, asevera que: «está afectando muchísimo al negocio». Asimismo, reclama que no les han avisado «de nada». «Los plazos que nos han dicho no se han cumplido, hicimos hasta una porra y ya no nos creemos nada». Incluso, solicita una alternativa «si realmente van a alargar la obra que no corten la calle, que habiliten un lado. O si no, que nos traigan el tobogán de Estepona», bromea. El lado positivo que saca Diego de las obras es, sin duda, que: «ahora todos estamos más unidos».

En general, la incertidumbre invade a la mayoría de los negocios, «No sabemos cuando terminarán la reforma», coinciden.