Una parte del muro en el suelo, la puerta del contador de agua abierta, un cepillo de dientes en la entrada, esquejes de plantas descuidadas. Esto es lo que podía encontrar ayer cualquier viandante que entrara en el olivar de la judería. Las quejas parten de la vecina del número 31 de la calle, una de las propietarias que tiene acceso al olivar desde su vivienda. Lamenta que su vecino, otro de los propietarios que tiene acceso y cuyo edificio coincide con la entrada del parque, ha alquilado el edificio y el inquilino «descuida» la propiedad. La vecina critica «malos olores y suciedad» que se acumula en la casa en la que vive el inquilino y se queja de que «afecta» a su vivienda. El ayuntamiento apunta que la conservación de la fachada corresponde al dueño de la propiedad.