A pesar de que mi hijo pequeño se me agarre a la pierna y me suplique llorando que no desmonte el Belén, la Navidad se terminó. Se acabaron los reencuentros con familias propias y ajenas, la noche de paz, el turrón, los regalos y esos reyes pintados con betún que crean infantiles sospechas de fraude. Se abre una nueva página en el calendario y llegan otras citas obligadas de la estación invernal. Huyendo del frío, el lunes busqué en las rebajas de enero y hallé una cola que daba tres vueltas a Zara y otras aglomeraciones similares en el resto de franquicias junto al universo Eroski. Funcionarios de la Junta con su extra calentita en el bolsillo, buscadoras de chollos, novios pacientes y madres, aún más pacientes, discutiendo con hijas adolescentes componían el paisanaje.

Fue el momento en el que me reconcilié conmigo misma por haber tenido solo hijos varones y dejé de echar de menos a esa ansiada niña que me acompañaría a lo largo de la vida en mis depredaciones comerciales. Decididamente, es un placer comprar sola... pero el mayor gusto fue pasar del tumulto y de las ofertas, darme media vuelta y encaminar mis pasos al centro.

Mi verdadera reconciliación fue con parte del pequeño comercio. En San Pedro de Alcántara y Pintores encontré un par de tiendas abiertas en festivo, sin colas, con ropa original alejada del uniforme tipo, buenos precios y atención personal esmerada. Muy sorprendida por el hallazgo y más cuando me confirmaron que su negocio funcionaba a pesar de la crisis.

La clave es sencilla: ofrecer a buen precio algo diferente que tenga calidad y, sobre todo, cuidar con mimo al cliente. Lo que no tiene futuro es poner a la venta lo mismo que las grandes cadenas o ropa y bisutería de mercadillo a precio de tienda. Puede que la revitalización comercial pase por dejar a un lado las lamentaciones y buscar algo parecido a la nueva tendencia del 'concept store' que triunfa en otras ciudades, esos establecimientos que proponen un estilo de vida muy particular siguiendo el gusto de su creador. Puede que entonces vuelva a echar de menos una hija con la que irme de rebajas...