Francisco Díaz y Catalina Benavente esperaban ayer en el Palacio de la Isla, tranquilos, sentados en una silla. Era un día especial, uno entre los muchos que han vivido a lo largo de su prolongada vida. Ambos, que no se conocían, tienen 99 años y se encuentran a tan solo unos meses de alcanzar los cien. Y, por la celebración del mes del mayor, recibieron un merecido homenaje que los llenó de lágrimas, sobre todo a ella, y donde no faltaron hijos, nietos y bisnietos. «Siga usted cumpliendo años», le dijo Francisco a Catalina minutos antes de concluir el acto. Guerra Civil, amores difíciles... Sus historias son fiel reflejo del siglo XX en Cáceres, en Extremadura y también en España.

Francisco Díaz nació el 24 de enero de 1917 en Navas del Madroño. Fue un parto difícil y su madre murió tan solo 4 días después de dar a luz. En su pueblo creció hasta que, en 1936, emigró a Cáceres. Ese año, el estallido de la guerra que sacudió España trastocó sus planes. «Salvé la vida de milagro», reconoce Francisco, al que todo el mundo llama Paco. También admite que allí, en el frente, tomó conciencia de lo bella que es la vida.

Con el fin del conflicto, Paco regresó a Cáceres y accedió, mediante oposición, a la Delegación Provincial de Sindicatos en Malpartida de Cáceres. Con el tiempo ascendió y, en el momento de su jubilación, desempeñaba el cargo de Jefe de Negociado en la delegación de Cáceres. «Tengo muchos amigos porque trabajé allí muchos años. Y todos te pueden decir que los traté con amabilidad y cariño», afirma con orgullo.

Francisco también recuerda a su gran amor. A Laura. La conoció en Arroyo de la Luz y se casó con ella, tras tres años de noviazgo, en 1945. Su matrimonio duró sesenta y nueve años (Laura falleció el pasado año) y de él nacieron sus cuatro hijas. «Mis cuatro soles. Por eso digo que conozco bien a las mujeres», bromea. Ayer se emocionó al hablar de ella. «Hoy debo invocar a su memoria porque, juntos, pasamos sobradamente los cincuenta años», presume.

A sus 99 años, Paco admite estar «más ágil de cabeza que de piernas». Le gustan los sudokus y los crucigramas y también alaba la labor de la prensa. «Influye mucho en el curso de la vida. Bien dirigida y administrada es un gozo para toda la sociedad», opina.

Catalina

La de Catalina Benavente también es una historia de lucha, entrega y amor. Nació el 13 de julio de 1917 en la localidad pacense de Carmonita. Allí permaneció durante casi toda su vida hasta que hace 20 años, con 79, se trasladó a Cáceres. Ha dedicado su vida a su familia y, ahora, cuando los achaques de la edad no le dejan desenvolverse con demasiada soltura, lamenta no poder seguir ayudando a los demás. «Lo que más me gustan son mis nietos y mis bisnietos. Mis niños, que tengo muchos», confirma.

El Instituto Municipal de Asuntos Sociales (Imas), organismo que organizó el acto, también recoge un curioso pasaje de su vida. Cuenta Catalina que, con su novio en la Guerra Civil, recibió una carta. «Querida Catita: He sido herido con metralla en un ojo. Busca a otra persona que pueda quererte sin ninguna limitación». Pero la mujer, entonces una joven ilusionada, se negó. «Si él me quería a mí y yo lo quería a él. ¿Cómo no íbamos a estar juntos?». La contienda terminó y, entonces, Catalina y Juanito, su gran amor, pudieron casarse.

Catalina ocupa su tiempo con un pequeño cuaderno que le han preparado sus familiares. En apenas cincuenta páginas, han recopilado oraciones y rezos para ella, mujer de gran fe cristiana, que las lee a diario para pedir a Dios por toda su familia. No en vano, tiene 4 hijos, 17 nietos, 10 bisnietos y 1 tataranieto. «Hoy, Cáceres premia la grandeza de tu madre y, por eso, le realiza este merecido y cariñoso homenaje», dijo Begoña, trabajadora del Imas, dirigiéndose a Caty, la más pequeña de las hijas de Catalina.

Francisco Díaz también lega una gran familia (4 hijos, 13 nietos y 10 bisnietos) y procesa, así mismo, una gran fe religiosa cristiana. Lo demuestra cuándo este periódico le pregunta si se ve con fuerzas para cumplir otros cien años más. «¡Ánimo no me falta! Pero dispondrá el Señor. Decidirá si debo continuar o dar por finalizada mi vida terrenal». Ante la misma cuestión, Catalina sonríe y exclama «¡Bueno, ya tengo muchos!».

Catalina y Francisco estuvieron ayer arropados por sus familias y por Elena Nevado, alcaldesa de la ciudad, que les dedicó palabras de alabanza. «Juntos sumáis 198 años y sois historia», resumió Nevado. Ambos se encuentran a unos meses del centenario. Y Francisco da consejos que son vida. «Hay que ser humilde, generoso y bondadoso», finaliza.