Corría el año 90 del pasado siglo cuando se inicia una de las experiencias educativas mas fructíferas, pedagógicamente hablando, de cuantas se han sucedido en Extremadura en mucho tiempo. Se trataba de acercar a los alumnos de la, entonces bisoña, Universidad Popular Municipal de Cáceres al medio natural. Jóvenes y no tan jóvenes que, por cuestiones de la vida y el destino, nunca habían tenido contacto con ese mundo y mucho menos con sus posibilidades para el ocio activo y el aprendizaje.

Un día de junio, con mas convicción que conocimiento, pillamos los bártulos náuticos, escasos, deficientes y prestados, para situarnos en Carcaboso, junto al río Jerte, e iniciar un sorprendente viaje para descubrir una parte de la geografía y la historia de nuestra tierra sin necesidad de aula ni libros. Pretendíamos que la unión, íntima y personal, de cada participante con el medio natural, artístico e histórico, que escalonaba el tramo fluvial entre Carcaboso y Coria, fuese una herramienta que supiese influir, de manera objetiva, en su vida. Aparte de descender un río en lancha, caminamos por terrenos de cultivo, descubrimos las murallas únicas de Galisteo, cruzamos puentes repletos de pasado, participamos en deportes relacionados con el agua y su entorno y descubrimos una biodiversidad que nos hizo más cultos y más sensibles ante las amenazas que puede sufrir el medio ambiente en Extremadura. Después de una semana llegábamos a Coria, fin del trayecto náutico e inicio de trayectos vitales que habían de cambiar la forma de entender el conocimiento de muchos de los que habían participado en la experiencia.

El descenso del Jerte al Alagón se realizó durante 20 años, hasta el año 2009 que la Universidad Popular dejo de ofertar esta actividad. Quizás a este descenso pedagógico ya le había llegado su momento, por haber cumplido con su principal cometido, educar en valores medioambientales y quedar abierto un camino para que otros colectivos recojan testigos y continúen la labor. En un paisaje de agua y cultura, recorrido durante 20 años, quedó anclada la memoria de cientos de personas que, desde una barca, se integraron en un paisaje y en aquello que le circundaba; el agua libre bajo cielos brillantes y ricos bosques de ribera que guían al viajero hasta pueblos que tanto deben al río.

Que esta actividad educativa se realizase durante tantos años tiene nombres y apellidos; en primer lugar la Universidad Popular de Cáceres que apostó por un proyecto formativo innovador, donde los protagonistas debían ser los participantes. Los docentes que tuvimos la responsabilidad de ejecutar el descenso, destacando a Chema González Moreno , un maestro diferente y atípico que a día de hoy es uno de los mayores expertos, que transitan por estas tierras, en materia de educación deportiva con personas adultas. Trabajar con ellos fue un placer que siempre acompañara a los que tanto aprendimos desde Jerte hasta el Alagón.