Según la noticia aparecida en este periódico el 3 de marzo pasado, la plaza de San Juan se hará peatonal por completo: «Para ello será objeto de una intervención que dejará toda la plaza con un pavimento uniforme (…). Así lo ha acordado durante su última reunión el consejo rector del Consorcio Cáceres Ciudad Histórica (Junta, Diputación Provincial y Ayuntamiento de Cáceres)».

Estas palabras nos preocupan, sobre todo porque la decisión recae en el consejo rector del consorcio, y nuestro temor a las decisiones que pueda tomar el consejo obedece a muchos motivos. El primero de ellos es que en un documento elaborado por el aludido consorcio se recoge textualmente el siguiente párrafo: «En San Juan, una vegetación densa y condensada en el centro genera una importante barrera visual para la percepción espacial integral de la que, probablemente, es la plaza (pequeña) más bonita del centro». Dicho documento, que se titula ‘La jardinería y el paisajismo vegetal en la ciudad histórica’, lo hemos podido leer en la página del ayuntamiento.

Estas afirmaciones del responsable del consorcio crean un motivo de alarma, ya que los árboles no constituyen barrera visual alguna, desde nuestro punto de vista, sino que contribuyen al bienestar, a la convivencia, a la salud, a la belleza del espacio y a la creación de un ambiente fresco en los calurosos veranos: una antesala perfecta para el acceso a la parte antigua.

Por otra parte, abundando en la preocupación que citaba, es interesante recordar fechas, no muy lejanas, en las que también se ‘amenazó’ con intervenir en San Juan.

En el año 2010, el Ayuntamiento de Cáceres, gobernado por el PSOE, proyectó una reforma de la plaza de San Juan que, afortunadamente, no se llevó a efecto. Bajo el titular ‘Baronesa Thyssen de Cáceres’, se anunciaba en la prensa del 10 de mayo de ese año que Elena Nevado, entonces en la oposición, se encadenaría a un árbol si se llevaba a cabo el plan de remodelación previsto para la plaza.

A LO LARGO de estas últimas décadas se han hecho algunas mejoras en la plazuela. Así, por ejemplo, siendo alcalde Carlos Sánchez Polo, se retiró el adoquinado portugués, por su mal estado, y se volvió a colocar de nuevo, íntegramente y concienzudamente, para que pudiera permanecer por muchos años.

En la noticia que apuntaba al principio de estas líneas se dice textualmente que «la inyección de 192.000 € del consorcio convertirá San Juan en peatonal de forma definitiva, un cambio respaldado por los comerciantes y hosteleros de la zona». Y se añade lo siguiente: «La reurbanización de San Juan permitirá crear una plataforma única de granito (la calzada se pondrá al nivel del acerado), respetando la mayor parte del solado portugués ya existente, lo que permitirá un espacio accesible y más transitable, al ser una de las principales entradas a la zona monumental». En otra noticia, publicada el 7 de marzo de este año, se afirma lo que sigue: «Y, por último, los comerciantes solicitaban la eliminación de los setos de la zona verde para poder hacer uso del jardín». Suponemos que para hacer uso del jardín con fines comerciales.

Si tanto entre visitantes como entre habitantes de Cáceres, parece haber un acuerdo generalizado en que la plaza de San Juan es uno de sus rincones más bellos, y desde luego la plaza más emblemática —como se afirma desde el propio Ayuntamiento—, ¿qué necesidad hay de modificarla? No podemos, bajo ningún concepto, perder un árbol más ni un solo fragmento de jardín en el centro de nuestra ciudad. Si la plaza se hiciera peatonal, no habría ninguna necesidad de robar ni un ápice al pequeño espacio ahora reservado a jardín, sino todo lo contrario. Ahora sería el momento de aumentar el espacio ajardinado para evitar el calor que radiaría el suelo de granito en los cada vez más largos e intensos veranos cacereños.

No queremos una plaza que quite terreno a los jardines para dárselo a las terrazas, ni queremos bancos de adorno en los que sea imposible reposar la espalda. Queremos una plaza que conserve y aumente todo el arbolado, todo el empedrado y todo el jardín. Una plaza que permita a la ciudadanía el disfrute de la misma sin verse obligada a sentarse en terrazas de pago, que son en realidad espacios públicos privatizados. Una reforma que caminara en ese sentido sería plenamente apoyada por esta asociación.