Los padres de los alumnos de selectividad van como locos intentando recuperar la desventaja en la que los ha colocado las decisiones de la Uex. A la ya ingrata situación de jugarse buena parte de sus posibilidades en un examen que te deja décima arriba o abajo de tu sueño académico, se une el hecho de que los alumnos del distrito universitario de Extremadura han sido los últimos (algún distrito más: mal de muchos) en examinarse de la fatídica prueba.

Siempre he sostenido que 2º de Bachillerato unido a la Selectividad es la prueba más difícil que encuentra un alumno en su recorrido académico porque deciden una gran parte de su futuro en muy poco tiempo y con una madurez todavía en desarrollo. Se merecerían, por lo tanto, que todo estuviera a su favor, que las pruebas no tuvieran fallos y que las fechas no les pusieran en desventaja. No es éste el momento de hablar de la conveniencia o no de la selectividad pero, por lo menos, debemos exigir un mínimo de garantías de igualdad y equidad. No sé qué pensará usted, pero a mí me parece que mientras subsistan estas pruebas y otras (oposiciones de educación por ejemplo) deberían estar gobernadas por criterios en los que los diferentes alumnos tuvieran igualdad de oportunidades, esto es, fecha única para todos, puesto que hablamos de distrito único, de manera que la elección de estudios, residencias y colegios mayores no se convirtiera en una carrera imposible para las familias que se dedican estos días a luchar contra el reloj.

No debe ser muy difícil; más bien parece una cuestión de sentarse, pensar y tomar decisiones en función de los clientes, y no dejarse llevar por otras razones cuyo origen en estos momentos se me escapa, o casi. Parece que la futura reforma supondrá la desaparición de la selectividad; tiempo tendremos para opinar, pero mientras sería bueno que se corrigieran esas deficiencias que tanto perjudican a nuestros alumnos, y así comprenderíamos mejor a J. F. Kennedy: "Hay quienes ven las cosas como son y se preguntan por qué son así. Yo las veo como podrían llegar a ser y me digo a mí mismo, ¿por qué no?". Pues eso.