Mucho cuidado porque la ciudad feliz no está dispuesta a aguantar carros y carretas. Mucha atención porque se está fraguando una revuelta que puede acabar con muchas carreras políticas. Y no, no se trata de que los cacereños estén dispuestos a secundar al líder local de Izquierda Unida y se dispongan a movilizarse por el Womad.

Tampoco van a tomar las calles porque se sientan discriminados frente a Badajoz, como dice la Federación Empresarial Cacereña. En la ciudad feliz , movilizarse por esas cuestiones parece una vulgaridad. Cáceres tiene mucha más clase que todo eso y la revolución silenciosa que está en efervescencia tiene otro motivo mucho más importante. Digámoslo sin ambages: ¡La ciudad feliz está harta de que los comerciantes locales sean unos aburridos que sólo saben abrir ópticas e inmobiliarias!

¡Bienvenido Corte Inglés!

En la ciudad feliz , lo que de verdad remueve las conciencias y enerva los entendimientos es que la vida cotidiana sea un peñazo. Y a este paso, acabará siéndolo. Si lo que realmente gusta en Cáceres es salir a la calle a mirar, no se puede pretender que los cacereños se queden quietos si su ciudad bate récords nacionales y en estos momentos cuenta con una óptica y una agencia inmobiliaria por cada 2.000 habitantes.

El tema es tan grave que los propios comerciantes, en una decisión sin precedentes en España, han votado por mayoría que se instale El Corte Inglés en Cáceres. Y es que ellos son los primeros en reconocer que con este aburrimiento monotemático todo se va al garete.

No puede ser que en Cánovas, a cada inmobiliaria suceda una óptica con el añadido de algún banco y alguna perfumería. Y en la avenida de Alemania, a cada inmobiliaria le sucede... ¡Otra inmobiliaria! Esa novedad llamada Sociedad de la Imaginación , si de verdad quiere ser útil, debe crear un observatorio de emprendedores en Cáceres y proponer a los comerciantes nuevas ideas que entretengan a la ciudadanía y no la obliguen a renunciar a sus esencias.

Si la ciudad feliz no quiere entumecerse, adocenarse y convertirse en una ciudad común con problemas vulgares como el paro juvenil, la carestía de la vivienda o la falta de integración de los desfavorecidos y marginados, ha de recuperar los encantos del callejeo ofreciendo más variedad comercial.

En la ciudad feliz falta una buena boutique de bolsos, una peletería como dios manda, una tienda importante de discos, un establecimientos de ultramarinos finos y delicatessen , una librería-cafetería, una tienda de calcetines reversibles, un gran comercio de utensilios para el arte y los artistas, una lavandería autoservicio...

Bueno, y un sex-shop... Aunque el sex-shop ya está a punto de caramelo. Tras las dos experiencias anteriores, ambas fallidas, parece ser que llega el tercer intento. En la primera planta del centro comercial de Cánovas se va a instalar un sex-shop. Se trata de un local discreto y convenientemente apartado que, curiosamente, estará junto a una nueva sala de exposiciones que promueve el dueño de la tienda de enmarcado El duende de la tinaja .

La tienda de sexo y la sala de arte se inaugurarán casi al unísono y será una interesante experiencia eso de emparejar las pasiones del alma y del cuerpo. Otro detalle llamativo es que ambos locales tienen un alquiler irrisorio: 30 euros al mes. Eso sí, hay que sumar los 270 euros de la comunidad.

Mientras llega El Corte Inglés, habrá que entretenerse en la primera planta del centro comercial Cánovas. Allí palpitará la ciudad feliz reencarnada en sus negocios más divertidos: una tienda de planchado y otra de costura con planchadoras y costureras en el escaparate, una de sexo con todo escondido, otra de arte con todo a la vista y otra de Villegas para santificar tanta modernidad con el poso de la tradición.