Rocío Avedillo, su marido y sus hijos viven en la calle San Roque en el 2002. Antes vivían en Aldea Moret y decidieron trasladarse porque pronto tendrán que ocuparse de personas mayores con problemas de movilidad, por lo que buscaron unas casa accesible. También querían estar más cerca del trabajo y más cerca del entorno de sus hijos. Ahora, su futuro está en el aire. "Si nos echan, nos cambian la vida y todo lo que hemos planeado", asegura.

Rocío, como el resto de vecinos afectados, se queja de la falta de información por parte del ayuntamiento cacereño, critica que nadie les haya informado abiertamente sobre este proyecto y le asaltan "dudas", de qué pasará finalmente con esos terrenos si se llegan a derribar sus viviendas. Rocío asegura que están dispuestos a luchar por el derecho a elegir donde quieren vivir y para que, pase lo que pase, no se cometa una injusticia.