Un nuevo caso de tráfico de drogas en el parque de Calvo Sotelo llegó ayer a juicio. En el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial se sentaba Juan Carlos A. J., un vecino de Trujillo, acusado de un delito contra la salud pública por el que se enfrenta a 5 años y medio de prisión, y que en la fecha en que ocurrieron los hechos y fue detenido, julio del año pasado, llevaba aproximadamente un año y medio en Cáceres viviendo de lo que pedía en la calle.

Precisamente este hecho lo utilizó ayer en su defensa el acusado, que al terminar el juicio, cuando la presidenta del tribunal le dio la palabra, indicó: "Lo único que puedo decir es que yo era toxicómano y un muerto de hambre, y si alguien es traficante no se dedica a pedir en la calle, que era lo que yo hacía".

Juan Carlos A. J. negó en todo momento haberse dedicado a la venta de drogas, y aunque reconoció que la policía le pilló con ocho papelinas, aseguró que eran para su consumo, "pues yo entonces consumía mucho y solía comprar varias papelinas a la vez porque cuantas más compras más barato te sale".

Y ante el hecho de que la fiscal encargada del caso le cuestionara sobre de dónde sacaba el dinero para la droga, él señaló que la compraba con lo que conseguía pidiendo, "que podían ser muchos días entre 40 y 50 euros", y lo que en alguna ocasión "me enviaba mi madre por giro a casa de un amigo".

Por su parte, los dos agentes que el 7 de julio del 2010 le detuvieron manifestaron que le vieron sacar un envoltorio de unos arbustos y dirigirse a una banco donde había dos individuos sentados para darle a uno de ellos una papelina, momento en que ellos le detuvieron. Para ambos lo que pretendía hacer "era vender una papelina y si no lo hizo fue porque se lo impedimos".

Fue el resultado del dispositivo de vigilancia que se estableció el 7 de julio del 2010 en la zona del parque de Calvo Sotelo próxima a los juegos infantiles, donde suele reunirse un grupo de indigentes y toxicómanos, "tras recibir una información de que había un individuo conocido como El Madriles --llamado así porque había llegado a Cáceres desde Madrid-- que se estaba dedicando a vender sustancias estupefacientes en la zona".

Dicho dispositivo se inició sobre las 11.30 horas y fue hacia las 12.00, recordaron ayer en el juicio los agentes, cuando vieron al acusado sentado en un banco "en constante actitud de vigilancia" y, en un momento dado, "se levantó y se dirigió hacia unos matorrales próximos en donde se agachó y recogió un envoltorio de papel plateado". Después se dirigió a dos individuos que estaban sentados en un banco próximo "y al tiempo que hablaba con ellos extrajo una papelina que trató de entregar a uno".

También estos declararon en el juicio. Ambos negaron que el acusado intentara venderles una papelina, ya que según aseguraron nunca han consumido drogas, aunque incurrieron en una contradicción, pues mientras uno afirmó que Juan Carlos A. no se había acercado al banco donde estaban, el otro dijo que sí lo había hecho e incluso reconoció que había estado hablando un rato con ellos.