Medio centenar de personas integran la lista de espera del curso para dejar de fumar que la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC)desarrolla en su sede de Cáceres. "Nunca habíamos tenido una demanda tan abultada como esta", reconoce la psico-oncóloga que dirige este proyecto, Lorena Rivas. El precio de la cajetilla --unos 3 euros por término medio-- el endurecimiento de la ley y la salud son las principales motivaciones de quienes deciden dejarlo, pero también el entorno: "algunos no quieren que sus hijos vivan en un ambiente de fumadores", sostiene.

Sea estos u otros motivos, 14 personas lo están intentando en la edición que se inició el 4 de febrero y que terminará a comienzos de abril. En el grupo son mayoría de mujeres (12) y solo dos hombres. "Es lo normal" dice la experta. Lo que sí varía es la franja de edad de quienes se deciden a dejarlo: cuando se iniciaron los cursos (en los años 90) eran casi exclusivamente personas de 50 o 60 años, ahora es común ver a jóvenes de 25-30 años. "Hay más concienciación, se percibe el riesgo y se mira la salud", reconoce Rivas. Por eso han pasado también de un curso al año a tres, y quieren hacer un cuarto.

El programa consta de ocho sesiones de grupo de 90 minutos (una por semana) y cuatro de seguimiento tras pasar un mes, tres meses y un año. "Lo primero que hacemos es evaluar el grado de de adicción y las motivaciones que tienen para querer dejarlo ", explica Rivas. En función de eso se les pauta una reducción progresiva de cigarros y, si es necesario, que acudan a su médico para que les prescriba algún fármaco para la ansiedad. "Nosotros les enseñamos son técnicas para controlar la ansiedad, los estímulos y evitar que recaigan porque les inciten otros", cuenta. Entre esas pautas también hay algunas dirigidas a controlar las ganas de comer que les provoca la ansiedad.

¿Y funciona? Las cifras dicen que en la mayoría de los casos sí. Un 70% de los que inician el programa han dejado de fumar al terminarlo y un 60% continúan sin probar el tabaco un año después. "Pero no hay varita mágica", advierte la psico-oncóloga, "yo siempre les digo que este proceso es como un parto y que por tanto los dolores, es decir los malos momentos, hay que pasarlos", añade. Entre esos malos momentos no está el de dejar de fumar, --"eso es fácil", según la experta-- sino el mantenerlo, como demuestra que en torno a un 40% vuelvan a fumar doce meses después de la última calada. Por eso las revisiones coinciden con los momentos en los que está demostrado que es más probable que recaigan.

No hay varita mágica, pero sí un factor determinante para que el programa concluya con éxito: "deben estar convencidos para superar el miedo inicial". Según la experiencia de Lorena Rivas, el miedo es una sensación generalizada entre quienes deciden dejarlo. ¿A qué?. "Dicen que a pensar que no van a volver a fumar", explica, "que solo pensar en ello les da ganas de fumarse una cajetilla entera", añade. Y aún así la mayoría prescinde del tabaco antes de lo que les marca el curso.