Juani Moreno respiraba ayer un poco más aliviada porque volvía a pisar el suelo de su vivienda y todo, o casi todo, estaba en su sitio. Regresaba al número 56 de la calle Fuente Concejo, al filo del mediodía, acompañada por su marido, sus dos hijas, 36 horas después de abandonarla de forma precipitada en medio del caos y de la tensión por el agua que comenzó a acumularse en el interior de su sótano mientras ellos estaban dando un paseo.

"Estamos más tranquilos", reconocía apoyada en el quicio de su puerta, poco después de que los técnicos decidieran retirar el precinto y autorizar que regresara a su casa, tras pasar la jornada del domingo en el domicilio de sus padres. Antes de darles el visto bueno comprobaron que no había ningún daño estructural en la vivienda. Otra cosa es lo que Juani y su familia guardaban en las tres habitaciones situadas en la planta sótano, en la que aún eran visibles ayer los efectos del agua y el lodo que arrastró: marcas de barro a un metro de altura de la pared y bajo ella, restos de lo que antes eran muebles, juguetes, maletas, una moto e incluso una cocina de butano.

El seguro de Canal de Isabel II deberá hacerse cargo de los daños en todas las viviendas. De hecho, ayer ya fueron informados de los pasos a dar. Lo primero evaluar los daños y el coste de la reparación en cada caso. "Solo les pido que los arreglen de verdad y que no volvamos a tener problemas", dirigía a la concesionaria.

No tirar nada

También evaluaban ayer los daños Loli Caro y Juan Carlos Bravo, que viven en el número 54. Fue desde allí desde donde los bomberos pudieron acceder a la vivienda de Juani Moreno para bombear al exterior el agua que se acumulaba, pero ellos tuvieron más suerte porque el hecho de que la puerta de su patio trasero aguantara la embestida del agua permitió que los daños fueran menores. Aún así el agua logró entrar y "se han estropeado las tiendas de campaña de mis hijos y una cama que acabábamos de bajar al sótano", explicaba ayer la propietaria. Los sacos llenos de toallas empapadas de agua embarrada evidenciaban que, aun con menos daños, la tarea tampoco fue fácil en su casa. "Me han recomendado que no tire nada para que lo vean los del seguro", explicaba ella mientras su marido, que ha vivido allí desde hace más de 60 años, recordaba los problemas que el agua ha ocasionado en más de una ocasión en la zona.

El reventón causó daños en cuatro viviendas. Los más serios son los del número 58, que está deshabitado y seguía ayer precintado; y los de los números 56 y 54, donde buscan la normalidad. Un número más abajo, en el 52, Victoria Gómez, su dueña, reconocía ayer que "de momento" no había visto ningún desperfecto. A continuación de su casa, en el 50, las humedades en una pared mostraban que, cuatro números más abajo, también dejó su huella el reventón.