Diego Escudero llegó a Cáceres procedente de San Vicente de Alcántara, donde su padre trabajaba reparando carros de bueyes. Como quiera que en San Vicente no encontraba un trabajo acorde a sus necesidades, se trasladó, por recomendación de su padre, a una finca de Malpartida de Cáceres, hasta que finalmente decidió venirse a la capital, donde inició el noble oficio de zapatero.

Al llegar a Cáceres en la década de los 50, Diego se hospedó en La Machacona, pensión que hacia 1875 Alonso Machacón abrió en la calle Andrada, que por aquel entonces era la única posada que había en esa zona y que competía con otra posada de nombre novelesco llamada La Posada del Humo, que estaba en la plaza de las Canterías. Cuando Machacón abrió aquella pensión eran años en los que durante la feria venían a Cáceres putas ambulantes, que prestaban sus servicios en barracones que se montaban para la ocasión o incluso en estas mismas posadas.

La de La Machacona tenía dos entradas. Por Andrada accedían los clientes, por la calle Ríos Verdes lo hacían las bestias, puesto que el establecimiento también disponía de cuadras. La pensión se llamaba La Machacona porque a los cinco o seis años de su apertura, Alonso Machacón falleció. Se hizo cargo del negocio su mujer, a la que apodaban La Machacona por ser la esposa de Machacón, de modo que con el nombre de La Machacona se quedó aquella posada, sin duda la más mítica de cuantas han existido en la ciudad.

Allí pasó sus primeros meses de estancia en la capital el bueno de Diego, hasta que conoció a Máxima Sancho , una mujer nacida en El Casar que se trasladó a Cáceres, donde trabajaba como auxiliar de hogar en una casa con mucho desahogo que los Acha Mendigutía tenían en la calle San Pedro, encima de Calzados Nati. Era esa una casa de varias plantas donde residía aquella extensa familia de los Acha que tenían varios hijos: Javier , Aurita , Begoña , Marisol y José Ignacio . Máxima compaginaba su trabajo con las horas que también echaba en casa de Miguel Martín , propietario de Calzados Martín, y patriarca de una familia que residía en la esquina de la Cafetería Acuario y que luego fue una de las primeras en ocupar el número 3 de los nuevos bloques de La Madrila, en la avenida de Hernán Cortés.

En esos años, Diego Escudero ya estaba empleado a fondo en su trabajo de zapatero, que desarrollaba en el zaguán de una casa del Arco de España que había alquilado por un módico precio y donde disponía de una mesa, silla baja, el macho para poner las suelas y todos los utensilios necesarios para desarrollar con acierto su trabajo.

Tras la boda en El Casar, la pareja alquiló una habitación en la calle Nidos, hasta que se trasladaron a otra habitación de la calle Valdés. Corría el año 1955 y el matrimonio tenía dos hijos: Diego y Jacoba .

Jacoba se casó con Vicente Criado , que estuvo toda su vida trabajando en Eco Cáceres, la tienda almacén por excelencia de componentes electrónicos de la ciudad, con sede en Diego María Crehuet. Una tienda propiedad de Julián Majado donde, entre otros, también trabajó Manolo . Jacoba y Vicente tienen dos hijos, Vicente , que es enfermero y trabaja en Francia, donde se casó, y Ana , que junto a su marido llevan la Inmobiliaria Tu Casa.

Diego, el otro hijo de los Escudero, nació en la Casa de la Madre, que estaba en el Palacio de Godoy, en Santiago, y que era el lugar donde en ese tiempo nacían todos los cacereños. El pequeño Diego compartió juegos en la calle Valdés, que era entonces una calle de hoy añorado jolgorio. Jugaba con Enrique Moreno , Antonio , Manolino , Pepe o Antonio Población , a cuyas puertas de su casa se formaban largas colas de hombres cada sábado por ser el día en el que se pagaba a los albañiles en Cáceres y Población se dedicaba al oficio de la construcción.

Entonces los niños vivían mucho en la calle, jugaban al clavo en La Concepción y con la peonza, las chapas y los cromos de los jugadores de fútbol, objetos que indiscriminadamente te repartías por entre los pantalones hasta que tu madre tenía que remendarte los bolsillos, porque entonces no era como ahora que, por desgracia, todo se guarda en una Nintendo.

La Gallega

Diego Escudero inició sus estudios en la escuela de La Gallega, que estaba en la calle Santa Gertrudis y que se llamaba La Gallega porque antiguamente había sido uno de los bailes más famosos de Cáceres. La Gallega era una especie de sucursal del colegio de las Damas Apostólicas, congregación que llegó a Cáceres a finales de la década de los 40. En La Gallega impartían clase don Cleto y don Francisco Andrada , que tenía un método para enseñar a multiplicar con el que aprendias en dos días.

Cuando la formación en La Gallega concluía, pasabas directamente al colegio que las Da

mas Apostólicas tenían en la calle General Ezponda, puesto que las monjas se habían hecho con la llamada Casa de los Trucos, un palacio cuyos orígenes hay que buscarlos en el obispo Pedro García de Galarza , considerado el gran mecenas del renacimiento cacereño, que adquirió ese palacio que hoy ocupa la Casa de la Iglesia. En las Damas Apostólicas Diego Escudero tuvo de maestro a Teodoro Casado y compartió pupitre con Antonio Pache , Francisco Mora (al que todos conocían por Remella ), Merino (que tiene los Talleres Merino), Antúnez y muchos más.

En 1963 los Escudero se trasladaron al número 35 de la calle Caleros. En la finca vivían, arriba, Valentina con su madre, y abajo una señora mayor llamada Matilde . Pero Diego disfrutó poco de aquella casa porque justo ese año sus padres decidieron enviarlo interno al Seminario para garantizar un futuro mejor a su hijo. Compartió Diego aula con Sevilla , Alejo Nevado , Francisco Javier Hernández de Cáceres , Lázaro o Jesús Moreno .

Allí les daban clase Nicolás Ribero Porras y Lucio , que impartía Matemáticas. El rector era Angel Tejero , que sin saber muy bien por qué o por qué no, un día vació el Seminario y echó a la mitad del alumnado amparado en que ninguno de sus alumnos tenía vocación. Aquello, en verdad, fue una liberación para Diego porque el Seminario era un lugar desangelado y triste donde Escudero nunca encontró su sitio.

Así que cuando Diego Escudero salió de allí se quería comer el mundo. Tenía 18 años y dada su facilidad para relacionarse con el público no tardó en encontrar un empleo en Desiderio Hernández Carlos , una tienda de electrodomésticos que estaba en Donoso Cortés, justo enfrente de Correos. Era una tienda pequeña, donde vendían lavadoras y frigoríficos, y las primeras televisiones en color de marca Radiola que llegaron a Cáceres y que costaban un pastón, nada menos que 75.000 pesetas.

Allí tenía Diego de compañeros a Marisa , mujer de Lolo , el del Adarve, una persona excelente y extraordinaria compañera, y también a Nicolás Guardiola , que era igualmente chófer de los bomberos del ayuntamiento y que fue el hombre que enseñó a Diego a conducir y quien le inculcó el respeto que siempre se ha de tener al coche.

Desiderio Hernández Carlos era un señor mayor que vivía en La Madrila, siempre con bastón, un reconocido y tradicional empresario de la ciudad de Cáceres, coincidente en la época con Terio o Castañera Radio. Desiderio estaba casado con Manolita Queizán y uno de sus hijos es Luis Hernández Queizán , que luego haría del establecimiento de su padre Discos Harpo, la primera tienda de discos que hubo en la capital.

El traslado

Los años iban pasando y Diego Escudero padre trasladó su taller del Arco de España a la calle Valdés, a un taller zapatero modesto pero más espacioso donde permaneció hasta su jubilación. En esa época Diego hijo ya había conocido a Juani Colina Ferrer , hija de Rafaela y de Manolo , que era un trabajador nato que comenzó en las canteras de la cal de Cáceres y luego se trasladó a Oliva de la Frontera primero, después a Albalá y finalmente a Villanueva de la Serena, hasta que se jubiló. Como sus padres vivían en Villanueva, Juani --en una de sus visitas a Cáceres-- decidió quedarse con su tía. A través de sus amigas María y Mari Jose conoció a Diego.

Era 1979, época en la que los jóvenes acudían al Mesón Extremeño, al Bar Manso, al Bar La Legión (debajo estaba la funeraria), la discoteca Bols, Faunos y Eros, aunque Diego y Juani eran más de la 2003, que estaba en Hernández Pacheco. La pareja contrajo matrimonio en Santiago y lo celebraron en Delfos. Cuatro meses después, en diciembre de aquel mismo año, Diego entró a trabajar en Pikolín como administrativo.

Era Pikolín una tienda de colchones que estaba en aquella época en el Paseo de las Acacias, justo enfrente del antiguo Hotel Extremadura. Su director se llamaba Mariano Silos Tapia , que era de Villanueva de la Serena. Trabajaban allí Antonio Bueso Galán y Francisco Morales Gamero , que eran comerciales, Francisco Rodríguez , que era repartidor y luego entró en la empresa de autobuses urbanos hasta que se jubiló, o Felipe Galapero Ronco , que era conductor.

En 1981 Pikolín trasladó la tienda a Las Capellanías hasta que en 1991 llegó el boom de llevárselo todo a Mérida y la sucursal se fue de la capital. Diego permaneció como comercial de esta firma en Cáceres. En 2002 se instaló por su cuenta y hoy, junto a Roberto y Cristina , "los mejores hijos del mundo", tiene su propia colchonería.

Han pasado los años, pero la memoria de Diego refresca en este relato su pasado en Cáceres, la ciudad a la que un día llegó su padre sin más equipaje que unos utensilios de zapatero y una maleta llena de sueños, sabedor de que aquí se escribiría el resto de su vida.