Teresiano Rodríguez es el pregonero por excelencia que cualquier fiesta extremeña querría para sí, dado su profundo conocimiento de la historia y la actualidad regional. Nacido en Robledillo de Gata (Cáceres), estudió en el Seminario de Ciudad Rodrigo, cursó Filología en la Complutense y se licenció en Ciencias de la Información. Ejerció el periodismo en Murcia, Alicante y Badajoz, y asumió durante 20 años la dirección del periódico Hoy , una atalaya desde la que vivió los profundos cambios de la sociedad extremeña. Autor de varias obras, articulista, conferenciante, comisario de Guadalupe 2007 y Medalla de Extremadura, mañana ofrecerá el pregón de la Pasión cacereña a las 20.00 en el complejo San Francisco.

--Póngale un título a la Semana Santa cacereña.

--Sería: "Un gran marco para un acontecimiento histórico". Considero que la Pasión tiene valor en sí misma, pero su exteriorización está muy condicionada por su entorno, que no solo la realza, sino que le aporta una especial singularidad.

--A un periodista con su trayectoria se le presupone un pregón de altura, y lo tiene difícil, ya han pasado muchos pregoneros de distintas disciplinas que han abordado numerosos temas. Un avance...

--Sí, está todo dicho, parece complicado. Justo pensando en eso me planteé qué se puede decir mínimamente original. Finalmente se me ocurrió coger una serie de valores, ideas y mensajes fundamentales de la Semana Santa y tratar de proyectarlos sobre las realidades de nuestro tiempo, del mundo, con las que estamos viviendo. Es decir, estaría haciendo el pregón de un periodista.

--¿La Semana Santa cacereña es más religión, más costumbre, más historia o más arte?

--Es una amalgama de todo y no resulta posible separarlo. Yo creo que el error en el que se puede caer sería privar a la Semana Santa de su aspecto religioso, porque entonces la estaríamos convirtiendo en una especie de montaje teatral. El teatro está muy bien, incluso nació en los atrios de las iglesias como una manifestación de la religión, casi como una catequesis, pero el teatro es una cosa y los actos religiosos, otra. Hoy día las procesiones tienen que concebirse como un acto religioso y luego entraría todo lo demás: el arte, la monumentalidad, los aspectos culturales (imágenes, vestuarios...). Me da miedo que justamente buscando ese espectáculo, hoy día, con las ideas de un laicismo más o menos radical, convirtamos la Semana Santa en puro folclore y se olvide lo esencial. Sería un error, no tendría razón de ser.

--También así opinan muchas cofradías. Pero al margen de ello, estas fechas suscitan un innegable tirón turístico. ¿Qué opina de que se aspire al título de Interés Turístico Internacional?

--Todos los reconocimientos están muy bien, lo que no me parece tan bien es que nos obsesionemos con los títulos. Lo vemos con la Semana Santa, con los Carnavales, todos quieren el título tal o cual. Si eso facilita más ayudas, más publicidad, estupendo, pero lo fundamental es hacer algo que merezca la pena como manifestación religiosa o cultural, y seguro que despertará interés. Porque el interés lo da la gente en el mismo momento en que se apasiona por algo. Al margen de esta reflexión, en una ciudad como Cáceres que persigue el reto 2016, que se utilice la Pasión como elemento cultural no está mal, pero la finalidad de la Semana Santa no puede ser conseguir algo.

--¿Cree que a la Pasión cacereña, con su entorno, le sabrían sacar más partido en otra ciudad?

--Los extremeños nunca hemos sido buenos vendedores, nuestras promociones turísticas no han resultado afortunadas. Es verdad que el turismo interior es más difícil, pero ahí tienes a Zamora, sin gran potencial, donde no se cabe en Semana Santa. De todos modos creo que la Pasión cacereña está bien vendida, de hecho es la época con más visitantes, y ahí influye el aspecto religioso, la monumentalidad, el clima... Se podría hacer una proyección mayor, como en todo, pero cuidado con meter a un público excesivo.

--¿Un paso?

--Hay tres procesiones que me impresionan especialmente. El Cristo Negro, por el marco y por la concepción que se ha hecho de su salida; el Nazareno, por su profunda raíz histórica en Cáceres; y la Soledad, que me impresiona en otras ciudades y pueblos por lo que implica.

--¿Cómo ve el mundo cofrade?

--En Cáceres llama la atención la viveza de las cofradías. Hay nuevas hermandades, muchos cofrades, numerosos actos.

-- ¿Qué le ocurre a la política y a buena parte del periodismo con la religión?

--En España se han producido algunos hechos clave para comprenderlo. En la II República hubo una serie de actuaciones muy torpes a la hora de desligar religión y política, y durante el Franquismo se vivió el Nacionalcatolicismo, una unión que ha resultado terrible, fatal. Que con la Transición se llegara a un estado aconfesional me parece lógico. Lo que ocurre ahora es que determinados movimientos laicistas quieren dar un paso más y reducir la actividad religiosa a lo puramente privado, a lo personal. No hay que llegar a esos extremos, una cosa es separar el trigo de la paja y otra borrar la religión, eso no ocurre en ningún país, y además España malamente se concibe si prescindimos del hecho religioso y de toda su tradición cultural. ¿Derribamos las iglesias?. Me parecen ridículas las guerritas que se montan por un belén en un colegio, además de religión, forma parte de la tradición cultural. Puede haber una convivencia perfecta con actitudes razonables por parte de todos, también de determinados eclesiásticos.