En una caja de fruta no solo caben todo tipo de variedades de productos de temporada. Poco importa que sea de madera, de plástico o de cartón para que (además de albergar lo obvio en su traslado del campo a la mesa) pueda llegar a guardar una luna llena, una colección de aromas, un puñado de crítica social, la vendimia o hasta un Buda con altar incluido... Son algunas de las interpretaciones que se pueden ver de una caja de fruta en la exposición FrutArte, que se puede ver desde ayer en el Museo de Cáceres, comisariada por Emilio González. En la muestra participan más de una treintena de creadores a los que se les propuso reciclar a través de la creación una caja de fruta.

Y con esa consigna, Vicente Pozas metió una estampa nocturna de la luna llena iluminando un faro en su propuesta ‘Una al mes’; Jesús Méndez Iglesias se ha inspirado en la exhumación de Franco del Valle de los Caídos para recrear en su obra, ‘El valle vaciado’, la exhumación de un féretro que contiene una caja vacía de fruta. Jesús David Floriano ha llenado con bustos equipados con mascarillas dos cajas de madera en su obra ‘Aroma Refrescante’ y José Manuel Rubio ha creado con otra caja su ‘Capilla petitoria’, como las que antiguamente circulaban de casa en casa, pero con un Buda en su interior ante una estampa de la ciudad monumental.

En una crítica a la sociedad actual, Jesús Valle Julián, ha concebido ‘El silencio a través de la soledad’ que convierte la caja en una casa que alberga a un hombre solo y encamado. «Es una llamada de atención sobre la España Vaciada y la pérdida de recursos en las zonas rurales, que abocan a la gente a una soledad involuntaria», explicaba ayer ante su pieza. La colección se puede ver hasta el 20 de marzo.