La ciudad de Cáceres, los hermanos de carga y la junta de gobierno de la cofradía de la Montaña dieron ayer una lección de fe y devoción tras soportar estoicamente la tromba de agua que cayó en Fuente Concejo coincidiendo con la llegada de la patrona para el inicio de su novenario, el acto más significativo del calendario religioso cacereño y que se prolongará hasta el próximo 6 de mayo, Día de la Madre.

La patrona salió de su santuario a las 18.30. Una hora antes los hermanos de carga y la directiva cofrade permanecían en el templo para proceder al nombramiento de hermanos veteranos, de carga activos, suplentes y aspirantes, tradicional acto en el que estaba presente el capellán de la cofradía, Florentino Muñoz, encargado de bendecir las medallas que acreditan a los hermanos su nueva condición. Luego se cantó una salve, se organizaron los turnos de carga con el reparto de planillos y empezó la procesión.

Abría el desfile un estandarte. En esta ocasión se utilizó el que Cáceres regaló el año pasado a la Montaña coincidiendo con el centenario de la declaración de su patronazgo canónico sobre la ciudad. Confeccionado por María Jesús Trejo, es blanco, ribeteado en bordados de oro, con una imagen de la Virgen en el centro sobre la que puede leerse su título teológico de Madre de la Divina Gracia . Le seguían más de 60 niños que, igual que el resto de hermanos, desfilaban con túnica azul cielo, capelina, y guantes blancos y zapato negro.

La Virgen, vestida por la camarera Pilar Murillo, lucía el manto de la ciudad, de estilo renacimiento, hecho de tisú de plata fina, regalo de los cacereños con motivo de las bodas de plata de la coronación canónica, el 12 de octubre de 1949. Sobre su sien portaba la corona conocida como la de las campanitas, de estilo emperador, realizada por el vallisoletano Juan Varela entre los años 1651 a 1653 y restaurada en los años 90. Costó 294 reales.

La cofradía dispuso, como es preceptivo, cuatro turnos de 30 hermanos, que componen los 120 totales que cargan a la Montaña sobre sus andas de plata, adquiridas en los 60 en un taller sevillano y restauradas en 1999. Su crestería es una réplica del palacio de los Golfines de Abajo, tiene motivos de margaritas y flores de lis y lleva adosadas seis ánforas, todas ellas decoradas ayer por la camarera de ornato, Pepita Bravo Perera, a base de claveles rosas y blancos, y gladiolos.

El primer momento emotivo de la tarde se vivió en el tramo del Calvario al Amparo, trayecto conocido como el del pueblo , por ser los vecinos --puede haber hasta 50, especialmente mujeres-- quienes portan la talla. Ya en el Amparo, donde comenzaron a caer las primeras gotas, la cofradía titular de esa ermita, como es tradicional, hizo entrega a la Virgen de un ramo de flores, honor que este año recayó en Jesús Bravo.

Hasta ahí la procesión es más bien una romería, pero en la curva de San Marquino el desfile adquiere mayor oficialidad. En ese punto el cielo empezó a descargar hasta que, ya en Fuente Concejo, la tromba fue espectacular. Allí, el alcalde, José María Saponi, entregó a la Virgen --cubierta por un plástico-- el bastón de mando (de madera, con pomo de oro, cordón y borlas de hilo de oro), que simboliza el título de alcaldesa honoraria que la Montaña ostenta en el novenario. El hermano cofrade y técnico municipal, Rafael Valiente, se encargó como también es tradición de su colocación.

Un manto de paraguas cubría Concejo y, pese a la lluvia, una explosión de alegría tras la Salve hizo del recibimiento a la patrona el momento más emotivo de la procesión de bajada. El presidente de la diputación, el subdelegado, el mayordomo de la cofradía, Jesús María Larrazábal; María Isabel López --primera mujer pregonera en la historia de la patrona-- y el resto de autoridades civiles y mandos militares también recibieron a la Virgen. Acudió asimismo el deán de la concatedral, José Antonio Fuentes, que presidió vestido de coro y estola, acompañado por los miembros del cabildo, todos ellos con traje de coro. No faltaron las mantillas ni las montehermoseñas.

VIGILANCIA La policía local, que dispuso un turno especial de 18 agentes, calculó entre 8.000 y 10.000 las personas congregadadas. La banda municipal de música abría el cortejo y lo cerraba la provincial. Colaboraron voluntarios de DYA y ARA y la Guardia Civil, hermana de honor de la cofradía desde el 6 de marzo de 1999, también tuvo representación. Además, se sumaron 25 alumnos en práctica de la Escuela de Avila del Cuerpo Nacional de Policía, que prestó vigilancia con agentes y tres zeta.

En la entrada a Caleros, hermana de honor de la cofradía, el cielo se despejó y así continuaría hasta el final de un recorrido en el que la brigada municipal de Parques y Jardines instaló tres arcos de flores (hechos con palmeras, rosas y claveles) y dispuso hasta la plaza una alfombra de romero de la Ribera del Marco y el Guadiloba. En Caleros, los hermanos bailaron a la Virgen al ritmo de la jota del Redoble y quitaron el plástico que protegía de la lluvia a la talla a la altura del número 23, justo en la casa donde nació el humorista Franquete, Hijo Predilecto de la Ciudad.

Los balcones lucían colchas y mantones, los vecinos lanzaban pétalos de rosa y, a la altura de la ermita del Vaquero, el grupo Alborada le cantó Virgen Morenita . En Santiago, en mitad de un repique de campanas, los scouts Sant Yago, en la persona de la niña Carolina González, y la cofradía del Nazareno, representada por Enrique Harto, dedicaron una ofrenda a la Montaña. Justo después, la comparsa Sabor Mangurrino, de 37 miembros y dirigida por Teresa Martín, se estrenó con un canto a la patrona. En las Cuatro Esquinas, las tunas de Magisterio, Veterinaria y Politécnica junto al tenor Alonso Torres entonaron Viajera .

Ya en la plaza Mayor, y a la altura del Arco de la Estrella, la corporación municipal --no al completo, eso sí, porque hubo concejales que faltaron-- portó a la Montaña hasta el altar dispuesto en las escalinatas del ayuntamiento mientras la banda tocaba Esperanza marinera .

Tras los discursos del alcalde y el deán --aún no ha sido nombrado el obispo--, el cortejo enfiló hasta la concatedral. A la entrada de la Virgen en Santa María se escuchó el Himno de España y los hermanos, a través de un sistema hidráulico, colocaron a la patrona en el altar, donde sobre una armadura metálica se dispone su trono para que hoy se inicie el novenario.