TEtsta es la nota que más nos costado redactar y que nunca hubiésemos querido enviar. Hoy, 2 de marzo, nos vemos obligados a decir adiós al proyecto Parrápolis. Son tiempos difíciles para todos. Y el ocio y la cultura no se salvan de esta hecatombe.

Hace un año y tres meses emprendimos un proyecto empresarial y cultural al que llamamos Parrápolis. Solo era un café donde desarrollar aquello que se nos ocurriera relacionado con el arte, la comunicación, y entre copa y copa una de poesía o de cabaret. No era algo nuevo. En Cáceres casi siempre han existido este tipo de bares, que han enriquecido y complementado su vida social y cultural.

A ningún poder hemos pedido ayuda, pero jamás pensamos que nos iban a poner tantas pegas, hasta impedirnos celebrar acciones artísticas. Y cuando las instituciones no permiten hacer aquello para lo que se concibió ese espacio, no tiene sentido seguir.

Desgraciadamente no tenemos espíritu tabernero puro y duro. Solo somos culturetas al calor del amor en un bar, saboreando un cóctel de artistas (de todo pelo); que mezclamos y agitamos con eventos divertidos, golfos y hasta eruditos. Nuestro mayor capital han sido los amigos y la imaginación. Pero no podemos asumir, tal y como están los tiempos, llevar a cabo taxativamente las (duras y caras) exigencias que nos obligan. Impidiéndonos así realizar las actividades culturales que hasta ahora hemos venido desarrollando.

Creíamos que el problema del ocio nocturno eran los ruidos (no hemos tenido ninguna denuncia) y resulta que son, por ejemplo y por citar el último caso, la fiesta presentación de una web dedicada a promocionar la cultura urbana de Extremadura. También en este caso vino la policía local a decirnos que nos multaban porque "no teníamos permiso para esa actividad".

Así hemos estado continuamente en este tiempo en el que hemos hecho casi 100 actividades, casi todas ellas relacionadas con la otra cultura no oficial y necesaria para dar cabida a artistas que no tienen otro medio. En algunos casos ha sido desde las instituciones y en otras (según nos han contado los agentes) la denuncia procedía de otros establecimientos hosteleros. No lo podemos entender. Y por si fuera poco, ahora el ayuntamiento nos pide que prácticamente tiremos el edificio para cumplir una exigente y obsoleta normativa que considera (por ejemplo) que el cartel de la puerta no es estético .

Muchas gracias a todos, a artistas, público y medios por acompañarnos en esta frustrada aventura, donde sobre todo hemos reivindicado la alegría en estos tiempos durísimos. Hoy será la última función y la celebraremos con los amigos que han pasado por el escenario.

* Los autores son Marce Solís y Elisa Blázquez, propietarios de Parrápolis.