Contra viento y marea porque cuando de la Virgen de la Montaña se trata no hay ni isobaras ni borrascas que puedan con tanta devoción, que por algo los cacereños le rinden culto desde el siglo XVI. Quizá por eso, cientos de paraguas se desplazaron ayer tarde a Fuente Concejo para esperar a la talla que recorrió la Procesión de Bajada cumpliendo el horario previsto y sin retrasos. Hubo quien pensó que las inclemencias climatológicas harían que la patrona bajara en algún medio de locomoción, pero dado el mecanismo que la sujeta a las andas y a la enorme pasión que le ponen los cofrades, el desfile, que este año estrenó su título de Fiesta de Interés Turístico Regional, se desarrolló conforme a los cánones establecidos. No obstante, el fuerte viento hizo que el iglú se descartara porque podía saltar por los aires y finalmente se optó por un plástico que cubría a la patrona aunque el viento también pudo con esa carcasa y los hermanos, en algunos puntos del recorrido, tuvieron serias dificultades para que se sujetara.

La cofradía recordó de modo muy especial a Pepita Bravo Perera, nacida en 1924 y fallecida en octubre de 2018; fue jefa del Negociado de Quintas del ayuntamiento y camarera de ornato de la Virgen entre 1983 y 2007. En su memoria, el ánfora delantera derecha de las andas de plata lucía un crespón negro. La Procesión de Bajada, con la que se estrenó el nuevo mayordomo, Juan Carlos Fernández Rincón, es una costumbre que se repite desde el 3 de mayo de 1641, fecha en la que la talla bajó por primera vez desde su santuario ante las peticiones del vecindario en un año de grandes sequías.

El desfile entraña un gran trabajo y buena parte de su responsabilidad recae en el vocal de gobierno, Alberto Gómez-Saucedo Márquez. Él y la junta de gobierno celebraron en torno a las dos de la tarde su reunión para ultimar los detalles de una complicada procesión por el mal tiempo; luego degustaron los tradicionales huevos fritos con patatas y chorizo en el restaurante del santuario, que cuenta con Joaquín como abastecedor.

Poco después, a las cinco, el nuevo hermano mayor, Isidro Morales Camacho, organizó los turnos de carga con el reparto de planillos.Morales sustituye a Antonio Fernández Borrella, que tras finalizar el mandato del anterior mayordomo, Joaquín Floriano, decidió abandonar un cargo que hasta entonces había sido vitalicio; pero Borrella prefirió dejarlo estando en plenas facultades y pasar el testigo a la nueva generación. Con esta decisión, Isidro Morales, a sus 60 años, se convierte en el hermano mayor más joven de la historia de la cofradía.

Fue él quien dispuso los cuatro turnos de 30 hermanos que conforman los 120 que cargan a la Virgen (todos menores de 65 años) y cada uno con sus jefes de paso. Tras la eliminación hace dos años del turno de los suplentes, en la cofradía existen tres escalafones (aspirante, activo y veterano). Este año había 90 hermanos aspirantes. Para obtener esa categoría deben enviar un escrito a la cofradía, tener 18 años y al menos uno de antigüedad en la hermandad. La directiva les remite luego una carta para que se tallen y poder asignarles un turno.

Los aspirantes cargan siempre que hay sitio, es decir, en función de la falta de asistencia de los hermanos titulares de carga que se ausenten, aunque lo cierto es que son muchos los titulares que ceden minutos a los aspirantes para que puedan cumplir el anhelado sueño de portar las andas de la Virgen, ya sea en la Procesión de Bajada o en la de Subida. Este año, además, hay 35 hermanos veteranos mayores de 65 años y 36 activos, que no cargan por diferentes motivos. Igualmente, antes del comienzo de la procesión, se entregaron las medallas, una a un hermano veterano y dos a nuevos hermanos de carga titulares. Finalmente, había seis aspirantes nuevos (cinco hombres y una mujer).

EL MANTO / Tras rezar la Salve, la de Bajada inició su camino. La imagen, de estilo sevillano realizada en madera de nogal policromada por artista desconocido entre los años 1620 y 1626, salió a hombros del turno cuarto. Lo hizo bajo los sones del Himno de España y sobre sus andas de plata de 120 kilos de peso adquiridas en los años 60 en un taller sevillano. La camarera, Pilar Murillo, ayudada por sus colaboradoras, la vistió primorosa con el manto que le regaló la ciudad para las bodas de plata de la coronación canónica en 1949, una prenda magnífica de estilo renacimiento, hecha de tisú de plata fina con oro fino de alto relieve. A su espalda, la imagen portaba cuatro rosarios.

Encabezaba el cortejo, a modo de cruz de guía, el estandarte que los cacereños regalaron a su patrona en 2006 con motivo del centenario de la declaración del patronazgo canónico de la Virgen sobre la ciudad. Obra de María Jesús Trejo, es blanco, ribeteado en bordados de oro, con una imagen de la talla en el centro sobre la que se lee su título de Madre de la Divina Gracia.

Le seguían los niños (alrededor de 60, que igual que el resto de los hermanos vestían con túnica azul cielo, capelina, guantes y cinturón blancos, y zapato negro), los trajes regionales, las cofradías de gloria, las patronales, la de Argeme de Coria y la Real Asociación de Caballeros y Damas de Guadalupe. Luego, la banda municipal, justo delante de la réplica del pendón de San Jorge, símbolo de la reconquista de Cáceres por las tropas de Alfonso IX de León, que iba encabezando a la corporación; y el estandarte de la cofradía, conocido como primigenio, de raso, con un medallón de plata en el centro que reproduce en oro la imagen de la Virgen. Componían igualmente el cortejo las instituciones hermanas de honor de la cofradía, que son el ayuntamiento, la diputación, el Cefot y la Guardia Civil. No faltaron las guiadoras en un año en el que la presidencia de la procesión la ostentó la delegada de la ONCE, al cumplirse el 80 aniversario de esta institución.

El paso fue escoltado por la Guardia Civil, seguido de monseñor Francisco Cerro, con sotana de obispo para momentos solemnes y solideo violeta; el cabildo, el clero regular (son las distintas órdenes, como la regla de San Francisco de los Dominicos) y el clero secular (los diocesanos). Tras ellos, las autoridades, entre ellas el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara; luego la Unión de las Cofradías Penitenciales, los invitados de la cofradía, la pregonera, María Hurtado, y, cerrando, la banda de la diputación.

La patrona lucía espléndida. Sobre su sien, la corona de diario, circular de plata dorada, elaborada con las joyas que sobraron de la comunmente denominada ‘Corona buena’, fabricada en 1924 por el joyero madrileño Félix Granda, de cruces de rubíes, oro, brillantes, zafiros y esmeraldas, cuajada de diamantes, por la que se pagaron 150.000 pesetas.

Esa corona fue fruto de las donaciones de miles de devotos anónimos con motivo de la coronación canónica de la patrona, privilegio concedido por su antigüedad, milagros y devoción popular. La joya original la portará durante todo el Novenario.

El cuarto turno llevó a la patrona hasta aproximadamente La Trocha. A partir de ahí, los demás turnos (1, 2 y 3) la cargaron sucesivamente hasta llegar a Las Tres Cruces, donde ya fue el pueblo, sobre todo las mujeres, quienes portaron la talla. En el Amparo, la cofradía titular de esa ermita, presidida por Agustín Margallo, promovió de nuevo un homenaje: sacaron al Cristo a las puertas, se leyó un breve pregón y se realizó una ofrenda floral en la persona de María Félix Tena, presidenta de la Audiencia Provincial.

Los hermanos detuvieron luego la talla mirando al hospital para pedir por los enfermos, y a Concejo llegaron a las 19.30, momento en el que el pueblo adoró en masa a la Virgen. La alcaldesa Elena Nevado, que por vez primera desde que es alcaldesa no lució mantilla, apareció con la melena más corta y un inevitable halo de tristeza en su rostro, seguramente porque la de ayer fue la última Procesión de Bajada que protagonizaba como regidora. Nevado entregó un ramo de flores y el bastón de mando a la patrona, que desde ayer y durante el Novenario ostenta el título de alcaldesa honoraria de la ciudad. El bastón lo colocó en las andas Antonio Bazo Machacón, jefe del turno número dos.

CALEROS / Al grito de ‘Viva la Virgen de la Montaña, viva la patrona de Cáceres, viva la Madre de Dios, viva la Cacereña Bonita’, coreado como ninguna por la cantaora Felisa Rodríguez, la patrona fue vitoreada en Caleros, hermana de honor de la cofradía. A su entrada en la calle, decorada con arcos de flores y palmeras, los hermanos bailaron la talla al ritmo de El Redoble, que por algo los vecinos bautizaron a la Montaña como Reina de Caleros.

En ese momento empezó a llover con fuerza mientras la imagen lucía sobre unas andas decoradas este año con mucha sobriedad por la camarera de ornato Pilar Campos y sus colaboradoras, que repartieron con esmero claveles rosas y blancos, y lilios rosas entre las seis ánforas de plata de las andas en homenaje a Pepita Bravo, que sentía predilección por ese color. De los balcones con mantones salían decenas de pétalos en la siempre cacereña Caleros, en otros tiempos un hervidero de familias con sus inolvidables Casa de la Rita y el comercio de ‘la Josefita’ y hoy con muchas viviendas ya rehabilitadas.

Siguió la Virgen hasta la ermita del Vaquero, donde el coro Alborada del padre Gianni le cantó Virgen Morenita. De ahí a la Cuesta del Marqués, con las canciones de las amas de casa. En Santiago, recibió la patrona el homenaje de los Scouts Sant Yago y de las cofradías del Nazareno y de la Sagrada Cena.

Un repique de campanas llevó a la Montaña, cubierta con el plástico frente a la lluvia, a las Cuatro Esquinas. Allí, la Tuna de Magisterio de Cáceres, recién llegada de Rabat, le cantó. No faltó el tradicional ‘Aurora’ y esa letra que hace vibrar cada año a Cáceres: ‘Cuando la aurora tiende su manto y el firmamento viste de azul, no hay un lucero que brille tanto como esos ojos que tienes tú...’). Entonces los móviles no paraban de hacer fotos y grabar videos para inmortalizar el momento. Por unos segundos dejó de llover y la tuna culminó con unos ovacionados ‘Clavelito’ y ‘El Redoble’.

De ahí llegó la Virgen a la plaza Mayor, donde como es tradición la cargó a hombros la corporación municipal. Al cierre de esta edición estaba previsto que Tamara Alegre le cantara una Salve. El programa incluía una danza del guiador, música de la Banda del Humilladero y una marcha nueva de la Banda de la Diputación, al tiempo que la patrona subía las escaleras del ayuntamiento donde se instaló su trono. Tras las palabras del obispo y la alcaldesa, que contaron con baile y canción del grupo El Redoble al cumplirse su aniversario, la patrona enfiló hacia Santa María, cargada por el turno cuatro, porque es norma que el mismo turno que sale del santuario es el que accede a la concatedral, a cuya entrada el Coro Rociero y la Banda Municipal le dedicaron ‘Triana de Esperanza’.

Eso sí, en esas intervenciones de Cerro y de Nevado se echó de menos que se pidiera para que el Cáceres de Baloncesto permanezca en la Liga LEB Oro y que el Cacereño suba a Segunda B. Es popular la anécdota que se cuenta en la ciudad de que en 1992 se imploró por el equipo de basket y milagrosamente ascendió a la ACB. La Virgen regresará a su santuario el domingo, 5 de mayo, Día de la Madre. Entretanto, el Novenario ya ha comenzado. Por cierto, todo ello mientras el Atleti le ganaba al Valencia: el Barça aún tendrá que esperar varios días para ganar la Liga.