El fin de semana del 10 y el 11 de mayo hemos podido revivir una de las pocas actividades lúdicas e internacionales que sigue manteniendo Cáceres y que no está relacionada con creencias religiosas. Evidentemente me refiero al Womad (World Of Music, Arts & Dance --Músicas, artes y bailes del Mundo--). Muchos siguen con el empeño, y ya van 21 años, de cargarse el festival y para ello, hay miles de formas.

Entre ellas, la más fácil y sencilla es desprestigiarlo. Desprestigiarlo bien con no darle la suficiente publicidad que un encuentro como éste se merece, o bien, como hacen los políticos de esta ciudad año tras año, no adecuando las instalaciones a la cantidad de público que visita nuestra ciudad.

¿Tan complicado es poner urinarios públicos suficientes para que no se formen eternas colas? ¿Tan difícil es hacer una semana cultural relacionada con las músicas, las artes y los bailes del mundo para que los visitantes duerman aquí más de dos noches? ¿Se ha pensado en cuántos puestos de trabajo e ingresos supondría esto para nuestros comerciantes y hosteleros? Pues parece ser que esto es muy complicado. Simplemente debemos conformarnos, ya que nuestros políticos no tienen ganas de trabajar por el bien de esta ciudad.

Para reflejar el culmen de la estupidez de nuestros responsables, basta con exponer lo acontecido en las entradas a la Plaza Mayor. Policías agrupados de dos en dos que pedían a las personas que quitasen los tapones de las botellas, pero es que no se daban cuentan, o no querían darse, de que esas mismas personas que dejaban sus tapones en los contenedores eran menores de edad. Y no sólo menores de dieciocho años, sino algunos mucho más jóvenes. Incrédulo ante esta situación, sólo podía pensar en lo que la alcaldesa de esta ciudad podría decir con respecto a este tema: que el Womad es sólo un macrobotellón que ensucia nuestra ciudad. Pues yo le pido que adopte las medidas necesarias para evitar que esto suceda y que nos devuelva el Womad que se merece esta ciudad y sus ciudadanos, y que, en algún tiempo tuvo.

* El autor de esta carta es José Luis Gibello.