Acabó la carrera de Arquitectura Técnica y decidió marcharse al Reino Unido. Jara Rodríguez Fernández tiene 30 años y emigró a Bristol en 2012 junto con cuatro amigos. «Yo no había oído nunca hablar de esa ciudad. Alguien nos comentó que había trabajo y nos fuimos». Actualmente, Jara trabaja como aparejadora en la empresa Simon Morray-Jones Architects, en Bath, una ciudad a diez minutos de Bristol, pero no siempre fue así. «Ahora llevo ya casi tres años trabajando de lo mío, pero empecé como todo el mundo: en Empresas de Trabajo Temporal (ETT) y fregando tiendas y gimnasios», recuerda. Hoy, sin embargo, echa la vista atrás y solo encuentra cosas buenas en su experiencia en el extranjero. «Es una de las mejores decisiones que he tomado. Llevaba toda la vida en Cáceres y necesitaba un cambio. La ciudad me comía y decidí marcharme, también porque sabía que en el extranjero iba a encontrar trabajo más fácilmente», confiesa. Así fue, pero nunca se olvidó de España. «Se echan muchas cosas de menos. La cultura, el clima... que al cabo del tiempo uno acaba harto. Estamos en agosto y yo estoy con el abrigo puesto; toca la moral». Por eso, Jara ya esta meditando volver. «Sí que me apetecería, de hecho ya lo tengo en mente. No porque no sea feliz, porque Bristol está hecha para mí, tiene todo lo que me gusta, pero después de un tiempo ya te apetece estar cerca de la familia y los amigos de toda la vida», destaca. Pero mientras, hasta que tome la decisión, Jara, para quien lo más duro de emigrar ha sido el idioma, seguirá compaginando su trabajo en Bath con uno de sus hobbys, el cine. De hecho, organizará para el próximo 8 de diciembre la tercera edición del No Reason Short Film, un festival de cortometrajes que ha creado con otros dos cacereños residentes en Bristol. P. CÓRDOBA