"Esta mañana he sido un agresor, no lo niego, pero es que ya no podía más". Esteban deambula por la calle Trujillo, sin alejarse de su casa, mientras tres policías la vigilan. Se muestra tranquilo, aunque no puede ocultar cierto nerviosismo cuando relata lo ocurrido, el drama familiar que apenas una hora después le llevará detenido hasta la comisaría.

"Mi mujer y yo llevamos años soportando los malos tratos, tanto físicos como psíquicos, de nuestra hija, que tiene problemas psicológicos, y hoy ya no he podido aguantar más". Los supuestos malos tratos de su hija nunca los ha denunciado porque, afirma con rotundidad, su mujer nunca se lo permitió.

La esposa, que se mantiene al margen, aunque observando a través de la pequeña puerta de su vetusta casa, confirma las palabras de su marido mientras muestra en una de sus manos y el brazo las marcas de la última agresión de su hija.

La familia reside desde hace unos 30 años en el barrio, donde son conocidos por "sus escándalos, que en esta casa son muy frecuentes, tanto de día como de noche", manifiestan los vecinos, la mayoría de los cuales culpan de los problemas al "carácter violento que tiene la chica", dicen.