El concertino de la Orquesta de Extremadura se llama Vladimir Dmitrienco y en los conciertos calza unos zapatos brillantísimos y acharolados que concuerdan a la perfección con los ritos de elegancia discreta, educación esmerada y belleza sublime que adornan el mundo de la música clásica.

Cuando la Oex se presentó en el Auditorio de Cáceres, un 10 de febrero de 2001, el concertino no calzaba charol, había 200 personas en la sala y los aplausos y los teléfonos móviles interrumpieron a destiempo el Pas de deux de Stravinski. Cuatro años después, la Oex atrae a una media de 300 espectadores, los aplausos suenan a su debido tiempo y nadie deja encendido su teléfono.

Saber estar en un teatro

Esto de saber estar en los espectáculos se valora mucho en la ciudad feliz . El público agradece que se vayan eliminando de los conciertos paletadas impropias de una capital culta como los bises obligatorios o el locutor-presentador de orquestas en los conciertos de Navidad. También reconforta la reciente introducción de hábitos propios de los auditorios serios como el prohibir la entrada durante la ejecución de un movimiento.

Y así, poco a poco, la ciudad feliz va incorporándose al firmamento escogido de las grandes capitales europeas del espectáculo. Porque Cáceres será aburrida para los jóvenes, pero cada vez resulta más entretenida para los mayores, que ven cómo los grandes promotores de conciertos y actuaciones empiezan a mimarlos.

Así, en las últimas semanas, Promoconcert , la gran promotora privada de conciertos de música clásica en España junto con Ibercámara , ha arriesgado trayendo a la ciudad feliz a la Orquesta y Coros de la Opera Estatal Búlgara con la quinta sinfonía de Beethoven y los Carmina Burana . Este espectáculo venía directamente del Auditorio Nacional de Madrid y del Palau de la Música de Barcelona.

En el Palau, la entrada más cara costaba 44 euros. En el Auditorio de Cáceres, 24. Pero a pesar del precio y de coincidir con el Real Madrid-Juventus, el patio de butacas se llenó y en Promoconcert parecen contentos con la arriesgada experiencia cacereña.

Otra actuación de importancia ha sido el ballet Don Quijote con coreografía de Alicia Alonso, que ha triunfado en Cáceres tras una gira mundial que comenzó hace años con su estreno en el Festival de Edimburgo, arrasó en la Bienal de Danza de Lyon y ha recalado en la ciudad feliz antes de culminar en el teatro Campoamor de Oviedo y tas pasar por salas tan escogidas como los auditorios de León y Murcia, el Palacio de Congresos de Salamanca, el Gran Teatro de Córdoba o el Gayarre de Pamplona.

Hay más actuaciones de categoría como la inminente representación del Rey Lear dirigida por Calixto Bieito con José María Pou en el papel principal. Aunque la señal fundamental que destaca la importancia de la ciudad feliz es la presentación en el Auditorio cacereño del grupo de percusión Mayumaná .

Se trata de una troupe de 45 músicos (10 de ellos con apellidos españoles) bastante conocidos por el gran público a raíz de su protagonismo en un anuncio de Pepsi Cola . Estarán en Cáceres el 14, el 15 y el 16 de abril y celebrarán cinco conciertos. Las entradas son caras (28 euros una butaca de patio), pero no llegan a los 39 euros que costaban el mes pasado en el Trianon de París.

Mayumaná llega a Cáceres dentro de una gira mundial que los ha llevado por Amsterdam, Bruselas, Buenos Aires, París, Tel Aviv, Montecarlo, Sevilla o Valencia. Su manager debe de olerse que en la ciudad feliz el público responde porque les ha puesto casi tantos conciertos como en Bruselas o Buenos Aires. Y es que Cáceres quizás sea un muermo para los adolescentes, pero para la carrocería enrollada es la ciudad ideal.