Feminismo

Coser

Ara Palacios Alfonso - Zahínos

Para muestra un botón. Me contaron que mi bisabuela Aureliana, ( y no, no era de los Buendía a pesar del nombre y de habitar en Macondo-Zahínos) siempre escondía, debajo de la labor de costura, un libro. Así, en cuanto sus hombres se iban al campo y las vecinas la dejaban de incordiar, ella arrinconaba el trapo, y leía con fruición, que era realmente a lo que se sentaba, no a bordar traveseros. De esas raíces noveleras o de otras por el estilo habré heredado yo la disidencia a la aguja. Diríase que su solo contacto me produce ardores de estómago y ganas de salir corriendo. ¡Con la de libros que me faltan por leer!. ¡Con la de pamplinas que se me ocurren en los ratos de asueto para escribir!, ¿Cómo voy a gastar el poco tiempo que tengo en hilvanar dobladillos?. ¿Existirá algo más inhumano que hacer un ojal?. Pues nada, ni arcadas, ni urticaria, ni rezos a todos los santos del cielo, me han librado este año de sufrir en silencio (cual si fuera una hemorroide gigante) cada tarde, este mi particular vía crucis agujil; tengo costura de carnavalera en casa. Pero ¡oh sorpresa!, ayer, cuando me encontraba dando puntadas como una loca, con la radio puesta para evadirme de este cruel martirio, escuché a una mujer de vo…voz exaltada, bramar que coser botones empodera más que otras múltiples actividades menos interesantes (como ser feminista, por ejemplo). Y yo, que pienso mucho (aunque no lo parezca) pensé (valga la rebuznancia): O sea... que si sigo cosiendo me pareceré a esas mujeres de vo…voz exaltada de la radio y, cuantos más botones cosa, más alcanzaré ese tipo de empoderamiento. Pues (nunca mejor dicho) para muestra un botón, y a la vista del resultado, los míos, a partir de hoy, los voy a pegar con chicle, ¡he dicho!. Bueno, y con esto os dejo que reflexionéis, que tengo un libro de Almudena Grandes entre manos y para mañana es tarde. Agur.

Ocio y trabajo

Mi apoyo incondicional a don Manuel

Luis Cabaneiro - Lugo

Dice el médico de familia que solo necesitamos 10 minutos de relajación para sobrellevar un día de tensión. Discrepa el jefe de la oficina argumentando que no necesitamos relajación si no queremos llevar a casa mucha tensión. Esta combinación de conclusiones desencadenó que un hombre increpara a otro su forma de entender la vida: don Manuel, opinar de temas que incumben a la economía nacional con ironía es, como mínimo, comprometido; ante esta inesperada recriminación y tanto por convicción de ideas sobre la chequera nacional como para no aparentar cobardía ante una multitud congregada que presagiaba escándalo público y reclamaba mucho mas coraje para pasar el rato a bofetadas, hizo valer, envalentonado por un ambiente extrañamente ya festivo, su opinión. Don Felipe, en esta vida no es mucho pedir 10 minutos de humor para acompañar de diez a diez y diez de la mañana un buen café y así sobrellevar con resignación 23 horas y 50 minutos de penurias, incluidas las de un hombre sabio como usted. No sé qué pasó pero don Felipe encendió y actuando ya ni contestó, tarde suavizó don Manuel su reflexión sobre relajación, mi madre la que armó; pero de lo muy grave que allí sucedió dijo este lo que convino, lo que no convino dijo que si quería lo contara aquel.