FESTIVIDAD DE LA PATRONA

Guadalupe y Extremadura

Eusebio Rodríguez

Cáceres

Como cada año, cuando se acerca la festividad de nuestra patrona la Virgen de Guadalupe, se remueve dentro de mí algo que hace que me acuerde de la anomalía que supone que tengamos una patrona de Extremadura, con un gran monasterio histórico, donde la ciencia médica tuvo mucho que ver en los avances científicos de la época medieval, situado en un pueblo extremeño, Guadalupe, que también tuvo relación con la conquista de América, a donde llegaron los primeros indios venidos a España y, sin embargo, siga perteneciendo a la Archidiócesis de Toledo, junto a otros cuantos pueblos extremeños.

Este recuerdo este año me viene con antelación al leer esta mañana en su periódico la noticia-rumor, que nuestro obispo de la Diócesis de Coria- Cáceres, Francisco Cerro, podría ser nombrado Arzobispo de la Archidiócesis de Toledo.

Si esta noticia se confirmara, traería la esperanza a Extremadura, de que el Vaticano decidiera, de una vez por todas, que nuestra patrona tuviera su residencia en Extremadura, su casa, y la de todos los extremeños, como por lógica debiera haber sucedido hace ya años.

Extremadura entera lo viene reclamando desde hace tiempo y la Junta de Extremadura lo ha exigido, pero no con la firmeza que el fin de este anacronismo merece. Nuestra patrona es extremeña y debe tener su casa en una sede episcopal de la tierra que la eligió como patrona y Reina de la Hispanidad.

Va siendo hora que los extremeños abandonemos la pasividad que nos caracteriza y, aunque hayamos perdido en los últimos años a grandes defensores de este derecho, todavía quedan otros que sabrán exigirlo, como la Asociación Guadalupex, a la que pido no cesen en su lucha por este derecho.

fuego en el amazonia

Un jaque a la Tierra

Mia Jordà

Sant Cugat del Vallès

Observo cómo miles de hectáreas de bosques, selvas y campos arden sin cesar, ahogándose en un profundo humo vestido de muerte. Hectáreas que significan hogar para muchos seres que respiran y viven de la misma forma que lo hago yo. El fuego está arrasando con lugares increíbles, lugares que nunca he tenido la suerte de visitar y a los que en un futuro únicamente podré acceder a través de fotografías cuando lo único que quede de ello sea ceniza. Es triste, y lo peor es que mi indiferencia e ignorancia, junto a la de muchas personas, hace enfurecer este fuego que no para de crecer. Solo el día que tengamos que pagar por el oxígeno que consumimos nos daremos cuenta de lo que un día tuvimos y echamos a perder. Entonces, entre lamentos, tendremos que explicárselo a nuestros hijos, nietos y a todos los que vengan detrás. Nuestro hogar se está muriendo y pide a gritos ayuda y conciencia. Salvemos aquello que nos mantiene en vida.