Los resultados de las elecciones andaluzas han dejado sorprendida a gran parte de la ciudadanía. La entrada en el Parlamento andaluz del partido de ultraderecha Vox, con 12 escaños, es una noticia alarmante. Lo que más me preocupa es que estos resultados han sido escogidos solo por un 58,23% de la población. Un tanto por ciento muy bajo teniendo en cuenta la importancia de lo que significan unas elecciones, donde los resultados obtenidos influenciarán directamente en el futuro de la ciudadanía. Si tenemos en cuenta que los elegidos serán los que decidirán por todo el pueblo, nos tendríamos que plantear seriamente ejercer nuestro derecho al voto.

elecciones ANDALUZAS

El triunfo de la desidia

Ángel Morillo

Castuera

Echando una ligera ojeada a los resultados de las elecciones andaluzas, lo primero que se detecta claramente es la indiferencia de una gran parte de las personas que con derecho a voto no han ejercido esa facultad que la democracia les otorga. Aunque, debe quedar claro que, tal y como contempla nuestra Constitución, lo de la proporcionalidad no se cumple en absoluto con la ley electoral que en nuestro país se aplica.

Además de que en esta nuestra democracia nadie elige a las personas que quiere que le representen, de ello se encargan los partidos políticos que ponen en sus listas cerradas a quienes ellos quieren. Dos detalles de la injusticia que se comete -permitida por toda la clase política sin excepciones- con la ciudadanía por la pura y dura conveniencia de esa pléyade de caras duras que se dedican al honorable oficio de servirnos, por supuesto, por su justo precio, entre cuatro mil y diez o doce mil euros mensuales, y sin contar lo tan conocido en el argot como ‘que hay de lo mío”, o ‘que hacemos con el niño que tiene ya más de treinta y cinco años y no sabe ni la o’. En fin.

Los datos no dejan lugar a dudas: frente al 54,87 % de las personas que han ejercido su derecho a votar, se encuentran los que no han querido saber nada de nada (¡el 45,13 %!) porque, probablemente, están convencidos y les trae sin cuidado quien gobierne, ya que todos van a lo mismo: a forrarse trabajando mientras le dan al whisky sin solucionar nada que no sea algo que a ellos, a sus familias, o a sus amigos, les venga bien para seguir viviendo a cuerpo de rey mientras los demás sólo están consiguiendo ser cada día más pobres y con menos derechos sociales, peor sanidad, más mala educación y mucho más lejos, en definitiva, de esa tan cacareada y nunca aplicada igualdad de ningún tipo; y no digamos ya en lo referido a la justicia, como, por otra parte, hemos podido comprobar no hace mucho con el más alto tribunal del país y su parcialidad hacia la banca, a la que ha regalado de un plumazo unos treinta o cuarenta mil millones de euros. Pero eso sí: todos somos iguales ante la ley.

Y, ¡oído al canto!, que vienen los de Vox dando voces y aturrullando a todo el que se le pone por delante. Un producto, eso es evidente, de lo desvergonzados que han sido los dos partidos del bipartidismo (ambos de derechas descarada) que no se han cansado de expoliar a todos los ciudadanos de a pie preferentemente y de proteger a las élites, a los señoritos, al empresariado más ruin, esclavizador y tacaño y a todos los poderes fácticos heredados del régimen anterior. No hay la menor duda de que si la socialdemocracia y el liberalismo no hubieran sido tan corrompidos, Vox no habría nacido, y lo peor, mucho menos contar con opciones de ocupar puestos de responsabilidad en las administraciones. Ahora a llorar y a rezar lo que se sepa, pues no hay que olvidar que la canalla más mala que ha existido a lo largo de los tiempos también participó en procesos electorales y luego pasó lo que pasó.