Cien mil turistas. Es el cálculo del número de visitantes que ha registrado la capital cacereña durante los últimos años en Semana Santa, la auténtica ‘temporada alta’ de la ciudad junto con los puentes festivos de primavera. Este año... del todo a la nada. No habrá procesiones, ni viajeros, ni siquiera los propios cacereños que cada año contribuyen a la alegría económica de estas fechas aumentando sus salidas a bares y restaurantes. Semejante vacío ya tiene un coste: Cáceres dejará de recibir entre el Sábado de Pasión (hoy) y el Domingo de Resurrección unos 6,2 millones de euros. Y esto en una ciudad sin industria muy dependiente del turismo.

La plaza de San Jorge, este año, vacía. / FRANCIS VILLEGAS

«La situación es gravísima, muchos negocios están abocados al cierre», alerta Jesús Viñuales, presidente del Clúster de Turismo de Extremadura. Los cálculos parecen evidentes. La ciudad recibió durante la pasada Semana Santa (2019) un total de 102.379 visitantes (el número va creciendo en los últimos años), según los datos facilitados por el ayuntamiento a través de sus oficinas y centros turísticos. De ellos, 92.329 fueron españoles (92,14%), que tienen un gasto por turista de 56,9 euros/día, según las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes a la última actualización de 2018. Por tanto, por ahí se han perdido 5,2 millones de euros suponiendo que estuvieran solo veinticuatro horas en la ciudad. Respecto a los extranjeros, se registraron 8.050 durante la Pasión 2019 en Cáceres (7,8% del total). Los turistas foráneos suelen desembolsar 133 euros/ día según el INE con datos precisamente de abril del 2019 (el mes que se celebró la Semana Santa). De ese modo, la ciudad ha dejado de ingresar más de 1 millón de euros también por este concepto. La cifra total supera los 6,2 millones.

Aquellos llenos...

Y es que durante la Pasión, los hoteles y apartamentos cacereños siempre rozan el 100% de ocupación, con reservas realizadas meses atrás, y con las tarifas más altas del año. Dentro del grupo de visitantes nacionales, las procedencias que más se repiten son Madrid, Andalucía, País Vasco y Castilla-León. En cuanto a los extranjeros, llegan principalmente de Portugal, Francia y Alemania, aunque también destacan los americanos (Estados Unidos, México y Argentina). El pasado año se registró una singular afluencia de países como Australia, Israel y Japón.

Y ello solo si se cuentan los viajeros, porque además están los desplazamientos desde otras localidades extremeñas, por parte de personas que llegan para ver puntualmente alguna procesión o pasar la tarde. Sin olvidar tampoco que la Pasión cacereña mueve a más de 10.000 participantes que arriman el hombro de un modo u otro en las 17 cofradías, y que durante esta semana dan mucha vida a la ciudad y a sus servicios de comercio y hostelería.

Las consecuencias ya son más que evidentes. La hostelería lleva tres semanas de inactividad y el sector turístico, muy afectado por la limitación de movimiento de personas, arrancará más tarde que el resto porque la gente no pensará precisamente en viajar durante un tiempo. «Se trata además de un sector muy transversal que afecta a muchas actividades de forma grave. Hablamos de hoteles, de todo tipo de alojamientos, de hostelería (bares, restaurantes...), agencias de viajes, empresas de actividades turísticas....», explica el presidente del Clúster de Turismo de Extremadura. «Ni siquiera podemos hablar de un periodo de ‘cero’ ganancias, sino de un año de pérdidas totales porque seguimos teniendo gastos de personal, de Seguridad Social, de alquiler de locales, de facturas, de gastos de gestorías, e incluso devoluciones de dinero a los clientes que no han realizado sus viajes...», precisa Jesús Viñuales.

Los casos se cuentan por cientos, máxime en una ciudad tan dependiente del turismo como Cáceres (por ejemplo, uno de cada diez negocios pertenecen a la hostelería, con un total de 456 empresas). Es el caso del propio presidente del clúster, cuya firma de comunicación y promoción turística ha visto como en dos semanas le han cancelado todas las campañas de momento hasta octubre, «tanto regionales como nacionales e internacionales». Parece evidente: «Si los demás tienen su actividad parada, en esta empresa poco podemos divulgar sus productos y servicios». Pero también parece evidente que no hay ingresos.

Por ello, desde el gremio no entienden que la Junta de Extremadura hable de una moratoria fiscal, y no de una amnistía fiscal como vienen pidiendo. «El sector turístico de la región tiene además una particularidad: aquí apenas hay grupos hoteleros ni grandes empresas, sino pequeños empresarios, autónomos y micropymes que formamos el 95% del tejido empresarial de esta actividad. Si el Gobierno regional no nos concede una amnistía fiscal, porque realmente no tenemos ningún ingreso, me temo que muchos acabaremos cerrando», lamenta.

Un muro «infranqueable»

Todo ello por lo que está ocurriendo, pero también por los meses que se avecinan. «Ahora mismo no hay visos de que el turismo se vaya a reactivar al finalizar la cuarentena, y tampoco se calcula cuándo. Deberían ir dando plazos en la medida de lo posible, porque este ‘sin saber’ crea mucha inseguridad tanto al empresario como al viajero», sostiene Jesús Viñuales. «Para las empresas del sector esto se ha convertido en un muro infranqueable, no hay luz al final del túnel», incide.

De hecho, el clúster considera que el turismo internacional tardará dos años en recuperarse y se encomienda al nacional, que también saldrá muy afectado de esta periodo plagado de despidos y ERTEs. «Las administraciones, los agentes sociales y los empresarios tendremos que crear una mesa que articule un plan nacional de activación turística», propone Viñuales.

Finalmente, desde el clúster destacan el carácter «solidario» del sector. «Antes del Estado de Alarma tuvimos una reunión y todos coincidieron en cerrar de inmediato para no contribuir a los contagios, y en ceder las instalaciones a los sanitarios». Fue además uno de los gremios que impulsó la recuperación de la última crisis. «Por eso no podemos dejarlo morir en la orilla, sin ayudas, con un horizonte incierto...», concluye Viñuales.