La hipotética fase de ascenso a la Liga Endesa donde participaría el Cáceres Patrimonio de la Humanidad se evapora. Empieza a ser ‘vox populi’ que esta competición, en la que se otorgarían las dos plazas en la máxima categoría a las que tiene derecho la LEB Oro, no se disputará por las numerosas dificultades de toda índole que conlleva.

Salvo giro imprevisto de los acontecimientos, el lunes la Federación Española de Baloncesto (FEB) lo hará público y asignará los dos ascensos a los dos primeros clasificados de la liga regular cuando la competición se tuvo que interrumpir por el covid-19: Carramimbre Valladolid y Detelco Gipuzkoa. El sueño del conjunto extremeño no irá más lejos y su temporada se dará por concluida en la novena posición.

Las señales de que esto será así resultan innumerables. Para empezar, muy pocos clubs se están moviendo estas últimas semanas para preparar la fase de un modo efectivo. Prácticamente la única excepción es el equipo asignado al Cáceres en los cuartos de final de un mini torneo que iba a ser con sede única a lo largo de 3 o 4 día a lo sumo en la última semana de junio: el Leyma Coruña. El club gallego sí publicó a través de sus redes sociales que sus jugadores habían pasado reconocimientos médicos y que estaban preparados para volver a la actividad. En el resto de los participantes (Valladolid, Gipuzkoa, Alicante, Breogán, Palencia, Melilla y Cáceres), al menos a nivel oficial, solo ha habido consignas de los preparadores físicos a las plantillas para que se mantengan en forma de modo individual por si acaso.

MUCHAS RAZONES / Tras una negociación larga en la finalmente se optó por esta fórmula, al final la lógica se está haciendo cada vez más inflexible. Los principales motivos son los sanitarios y meramente logísticos. Ni siquiera las ciudades a las que representan los clubs se encuentran en las mismas fases de desescalada (Palencia y Valladolid están en Castilla y León). Después está la cuestión de los tests para controlar que ninguno de los deportistas tiene el virus y puede contagiar a compañeros y rivales. Es dudoso quién tendría que asumir el gasto y la periodicidad con la que tendrían que someterse a ellos durante al menos cuatro semanas de trabajo en pista.

Además, los equipos tendrían que conseguir que los numerosos extranjeros que han regresado a sus países lograsen viajar a España y, partir de entonces, pasar una cuarentena obligatoria de 15 días, lo que les dejaría muy poco margen de entrenamientos de cara a la cita de finales de junio. En el caso del Cáceres, que sería de los menos afectados, tiene a Arkeem Joseph en Estados Unidos, a Jordy Kuiper en Holanda y a Sylvester Berg en Dinamarca.

También habría que encontrar una sede que asumiese los gastos de la organización sin que hubiese contraprestación posible con la venta de entradas. San Pedro del Pinatar, en Alicante, ha sido la única ciudad que, al menos de forma pública, ha mostrado interés. Tampoco es la LEB Oro una liga que atraiga tradicionalmente al dinero televisivo.

Y, antes de cualquier otro aspecto, habría que sacar a los deportistas que están incluidos en los expedientes temporales de regulación de empleo que han aplicado la mayor parte de los clubs.

¿Y DESPUÉS? / Con Carramimbre Valladolid y Gipuzkoa con los puestos de ascenso asignados, empezará entonces una nueva batalla: la Liga Endesa, que suprimió los descensos esta temporada por la situación generada, es contraria a ampliar de 18 a 20 la nómina de equipos por motivos de su ya apretado calendario. Quizás se vea obligada a admitir a pucelanos y donostiarras y reformar su sistema de competición o bien puede buscar un acuerdo económico con ambos a modo de compensación.