Poco después de las ocho de la mañana ha amanecido el domingo. Un camión de Conyser con sus operarios a bordo desinfecta la calle esperando el desembarco. No tarda en sonar la trompeta ni el ruido de los patinetes ni las circunferencias de las ruedas de los carritos de bebé en este último día de la sexta semana de confinamiento. Los niños salen de la jaula mientras de la cafetera asoma el primer café.

En la radio un científico avisa de la necesidad de extremar las precauciones y cuenta a modo de aleluya que seguramente este verano, con el calor de fondo, será más fácil aplacar los efectos del bicho. Los científicos son quienes mejor explican, de modo real y práctico, la evolución de la pandemia.

Es posible la reconstrucción y también la desescalada.

Hoy el barrio ha destacado por el civismo y se ha despertado optimista, harto de este país dividido, de fotos recordando lo felices que fuimos.

Se puede salir de esta; ya hay cifras a la baja.

Una vez estuve en un precipicio. Un amigo me dijo: "O susto o muerte". Elegí el susto para burlar a la muerte.