El Ayuntamiento de Bracciano, al norte de Roma, ha declarado la alerta roja para hacer frente a la boda de Tom Cruise y Katie Holmes, que se celebrará el sábado en un castillo del pueblo, mientras en el aeropuerto romano de Ciampino empezaron a desembarcar ayer los primeros invitados al evento. La ceremonia no tendrá valor legal en ningún país del mundo, por celebrarse por un rito de la iglesia de la Cienciología.

La junta municipal de Bracciano, donde se levanta el castillo, ha puesto en pie una unidad de crisis para afrontar la "invasión" de televisiones y reporteros llegados de todo el mundo y proporcionar a la pareja una estancia lo más tranquila posible. Además de 50 municipales, contratados en los pueblos vecinos, el Estado ha facilitado 200 policías más.

Los aparcamientos municipales han sido cerrados, se ha asfaltado la carretera que sube hasta el pueblo y se ha obligado a cerrar, "por seguridad", una trattoria que está en el camino. Dado el coste de la operación, el municipio ha decidido alquilar a las teles las ventanas de su sede, que se abren sobre el castillo, a 1.000 euros por los tres días.

Otros vecinos del pueblo están también alquilando sus ventanas. Para evitar posibles sorpresas desde el aire, algunos rincones de los patios del castillo han sido enmascarados con telas antipaparazi. La decisión fue tomada después de que el comisario jefe de Roma negara a los organizadores de la boda la prohibición de sobrevolar el castillo de Bracciano. "Esas medidas se toman solo cuando hay cumbres de jefes de Estado y de gobierno", justificó Achille Serra.

Ayer llegaron los padres de Katie Holmes, Jennifer López y su marido, Marc Anthony, Jim Carrey y Brooke Shields y el director de Misión imposible III, JJ Abrams. Anoche debían llegar otros invitados a bordo del avión privado de John Travolta. Mientras, los novios se desplazan a su antojo por Roma, sin que los paparazi consigan interceptarlos.