El 64 Festival de Cannes cierra mañana sus puertas tras quince días de continua exhibición de películas y de famosos por su glamurosa alfombra roja. Los que añoren sus flashes podrán consolarse con el libro "Cannes cinema", un seductor recorrido de su historia en 550 fotografías. Desde la primera edición de 1939 hasta la 63 en 2010, el volumen editado por Cahiers du Cinema y que saldrá a la venta a finales de mayo ofrece imágenes curiosas, divertidas, glamurosas y, en ocasiones, kitsch, realizadas por tres generaciones de fotógrafos de la familia Traverso dedicados en cuerpo y alma al Festival de Cannes. Todas en ese blanco y negro que tanto juego ha dado al cine. Louis Lumière, el inventor del cinematógrafo, ocupó el lugar de honor de la primera edición y repite en la primera fotografía de este volumen, a su llegada a la estación de tren de Cannes. Muchos trenes en esas primeras imágenes de un festival que empezaba su andadura como el primero con vocación internacional en el mundo del cine. Playa, mar y bañadores centran la imagen de unos primeros años de un certamen que descubrió inmediatamente la importancia de la repercusión y el eco en los medios de comunicación, a los que sedujo instantáneamente con la llegada de grandes estrellas de Hollywood, pero también con concursos de belleza. Las fotografías de las starlets aspirantes a actrices se mezclan con las de Tyrone Power, Maurice Chevalier, Rita Hayworth, Edward G. Robinson o Errol Flynn, que presentaban sus películas, participaban en fiestas y, sobre todo, paseaban por la alfombra roja. Unos primeros años en los que se fomentó la elegancia de Cannes con la presencia de Grace Kelly -que repetiría hasta de princesa, acompañada por Rainero- y en la que la cercanía de las estrellas permitía ver de cerca sus voluminosos equipajes, que protagonizan más de una de las fotos del libro. Y en los que pese a todo los actores aún podían pasear de incógnito o pasar inadvertidos a su llegada, como fue el caso de Brigitte Bardot, que en 1956 apenas era observada por los empleados de los ferrocarriles franceses en la estación de Cannes. Nada que ver con el fervor que despertaría en siguientes ediciones. Un fenómeno fan que comenzó a desarrollarse rápidamente, como muestra una imagen de 1959 en la que Simone Signoret es acosada por seguidores o una joven Elizabeth Taylor posa un año antes entre tímida y encantada en la playa, ante el objetivo de fotógrafos aficionados. François Truffaut, Luis Buñuel, Orson Welles, Jean Cocteau y hasta Picasso pasaron por las calles de Cannes en la década de los 50. Una década llena de estilo que dejó paso a unos sesenta más minifalderos con Monica Vitti, Romy Schneider, Natalie Wood y unas fiestas que superaban a cualquier ficción cinematográfica. Hasta un Ugo Tognazzi tocado con un sombrero de chef se atrevió a montar su show en la playa, haciendo de improvisado cocinero, mientras los cámaras comenzaban a buscar emplazamientos más originales para sacar sus tomas, como muestra una imagen de uno encaramado al poste del hotel Carlton. Caras y más caras de famosos asomados a los balcones de los hoteles más prestigiosos. Burt Lancaster, Gregory Peck, Catherine Deneuve, Jean Paul Belmondo, Jerry Lewis, Marcelo Mastroianni, Vittorio Gasman, Francis Ford Coppola o Andy Warhol con cara de estar en el lugar equivocado. Y con su tónica de atraer miradas, en aquellos años Cannes invitó a John Lennon, Rose Kennedy o Maria Callas. Personajes que confrontaban con la llegada de Louis de Funes a bordo de un jeep, con un Truffaut reivindicativo sentado en el suelo o con los altercados de solidaridad con el verano del 68. A continuación llegaron las barbas y las melenas, con Jack Nicholson, Dennis Hopper y Peter Fonda a la cabeza, o un Arnold Schwarzenegger en el apogeo de su carrera como culturista rodeado de un inenarrable grupo de mujeres vestidas de época. Una estupenda imagen de los fotógrafos de huelga en las escaleras de acceso a la sala principal del Palacio de Festivales es una de las más reconocibles de los años ochenta, que tuvieron en Nastassja Kinski a su musa y a la nueva generación de actrices francesas -Juliette Binoche, Irene Jacob o Charlotte Gainsbourg- como mejores representantes del festival. La irreverencia de Madonna también se hizo un hueco en unos noventa en el que se produjeron las primeras apariciones de Pedro Almodóvar y sus troupes -con por ejemplo, Gael García Bernal-. Y en los últimos años, posados -Scarlett Johansson o Brangelina-, sonrisas -las de Penélope Cruz o George Clooney-, payasadas -Roberto Benigni, belleza -Uma Thurman-, autógrafos -Salma Hayeck- y glamour -Sharon Stone-, mucho glamour.