Si algo tiene Contempopránea es que mantiene la esencia que ha convertido al festival extremeño de la escena indie en un clásico del verano: sin apreturas, para un público exquisito que gusta del pop más alternativo y, sobre todo, de un ambiente casi familiar del que Alburquerque tiene el lujo de disfrutar desde hace 16 años. Pero el tiempo no pasa en balde y al certamen que organizan un grupo de entusiastas encabezados por Agustín Fuentes le toca ahora reinventarse y campear estos tiempos en los que la competencia crece y los certámenes aparecen como setas, ganando en presupuesto y nombres en el cartel.

Por eso el arranque de los conciertos en el escenario de la ladera del castillo de Luna no fue el de otros años, al menos en afluencia de público, que no en apoyo a la causa por los espectadores que se dieron cita en los primeros conciertos. Hasta esta madrugada estaban programados nueve conciertos. Contempopránea había vendido cerca de 2.000 abonos a 65 euros y se daba por satisfecho para un aforo a la venta de 3.500. Los primeros en pisar el escenario fueron los extremeños Cajón de Sastre, con ese pop electrónico que les ha convertido en una de las bandas de moda de la región, con una estética en la que no faltan los maniquíes de Carolina Piñero, la vocalista del grupo de Montijo, apoyando micrófonos. Tras su paso por el festival hace tres años, esta vez pudieron presentar los temas de su primer disco, grabado en Cataluña.

A la espera del gallego Xoel López, el gran atractivo de la noche del viernes, también cumplieron antes con creces los madrileños Band a Part, camino de Londres para tocar en otro festival, los británicos Bersuit, Standstill o Mendetz, todos nombres de un cartel que hoy tiene como principales atractivos a Sexy Sadie, La Bien Querida y El Columpio Asesino con otros nueve conciertos para la noche y la madrugada. Que la fiesta no decaiga.