La danza regresa al teatro romano de Mérida tras un largo paréntesis de diez años, de la mano del director de la compañía nacional, el coreógrafo Nacho Duato.

Castrati , Rassemblement y Por vos muero han sido las piezas escogidas para esta ocasión y, como en anteriores representaciones, Duato no ha defraudado.

La excelente creación coreográfica del ex bailarín conjuga a la perfección la música, los bailarines y el movimiento desde un particular lenguaje propio que, con elegancia y equilibrio, consigue despertar la sensibilidad de los asistentes al estreno.

Castrati , la primera de las piezas, supone una mirada (como en anteriores coreografías de Duato) hacia el Barroco, predilección del coreógrafo y que le posibilita encajar sus intenciones con unos sonidos que entiende a la perfección.

La segunda de las coreografías, Rassemblement , rezuma libertad por los cuatro costados y esta libertad se deja entrever en el movimiento de los cuerpos de los bailarines.

Por último, en Por Vos muero , se muestra Duato como un estilista con buen gusto y dueño de la elegancia. Desear y morir, seducir y morir, bailar y morir, son los temas de esta coreografía magistral. Basada en la antigua danza de corte, aunque estilada en lenguaje de movimientos de hoy en día, Por vos muero forma una suite fascinante.

Traslada al espectador a los siglos XV y XVI de la cultura palaciega y de las danzas tomadas de la cultura popular. Las músicas renacentistas españolas le ayudan a crear esta hermosa obra. Se trata, en definitiva, de una coreografía viva y elegante, sobria y jovial. Constituye un amalgama de las danzas de ayer con los movimientos de hoy.

En cuanto a los bailarines, se trata de un elenco con excelente formación, una técnica depurada y apariencia formidable dispuestos al riesgo y con afán de entrega. Estos interpretan magistralmente la afortunada selección de las composiciones de Vivaldi, Toto Bissainthe y la música antigua española de los siglos XV y XVI. Pero lo más de agradecer es esa gran belleza que entre todos han sabido ofrecer y que únicamente tan raras veces nos hace disfrutar.

Como nota negativa, podríamos destacar la escasa iluminación de la escena. El espectador observa un escenario oscuro, donde no se aprecian con excesiva facilidad los movimientos de los bailarines.

En conclusión, cada una de las piezas es distinta pero son pruebas irrefutables de la inventiva de Duato.