Adolfo Gómez nació en Mirabel (Cáceres, 1969). Que luego fuese Salamanca la ciudad que perfilase su primera vida académica, más tarde la Universidad escocesa de Saint Andrews y después York (Inglaterra), para ultimar sus estudios de lengua francesa y portuguesa, son anécdotas para la vida de un escritor que con estas y otras experiencias, previamente olvidadas, puede hacer un ejercicio de memoria, que es en lo que consiste ´La gallina ciega´.

Gómez escribe en un castellano sencillo y claro, preciso y contundente, sazonado con términos coloquiales extremeños que ponen su guinda de verismo en la boca de los personajes, pero sin caer en lo excesivo ni en la catetura del escritor que vanamente quiere ensalzar la vida pueblerina. Cosa harto difícil, puesto que el meollo de esta novela es el mundo rural.

Pero ´La gallina ciega´ consigue emocionarnos sin ramplonerías. Adolfo Gómez se vale de las armas que encuentra en el idioma lírico del niño que da pie a la narración. Pretende, en un primer momento, "ser roca, ser mirada que simplemente cuenta lo que ve". Pero no lo consigue. Lo que ve es mucho y lo que siente es demasiado fuerte como para pasar por su alma sin causar quebrantos.

El relato va abriendo en el narrador un desgarro, una herida; y de ese dolor es partícipe el lector, que sale de sus páginas, crecido, reconfortado de paisajes antiguos y adormecido por ese caudal de palabras altas y sencillas que ya nadie pronuncia. La roca no era tal, sino un hombre que precisaba de este ejercicio de memoria para sanarse. Por eso sus últimas palabras son: "He descubierto con satisfacción que el roto que me desinflaba el alma por fin ha sanado". En esto consiste la liturgia de la literatura, en gritar hondo y hacia dentro.

´La gallina ciega´

Autor: Adolfo Gómez Tomé

Editorial: Ediciones Nostrum