El padre de Mortadelo y Filemón , de Pepe Gotera y Otilio , de Rompetechos y de la Rúe 13 cumple hoy 75 años. Dibujando.

--Hace años que si le preguntan po la jubilación contesta: ´¿jubilaqué?´ ¿Seguimos igual a los 75?

--Aprovechando esto de que si a los 66, a los 67... ahora trabajo en un nuevo álbum que se llama precisamente Jubilación a los 90 . En su día pensaba que ojalá no acabara como Escobar, que hasta el último momento, a los ochenta y pico, aún estaba dale que te pego. Pero voy en camino, y no sé zafarme.

--Pero lo hará con gusto...

---Todo hay que decirlo, hay momentos en que les pegaría fuego a Mortadelo y Filemón, pero cuando se publican los álbumes y vas por ahí a firmar ejemplares y hay una cola de 100, de 200 personas que te lo agradecen... Y ves que al lado hay un literato conocidísimo y no tiene a nadie, je, je, y te mira de reojo... Cuando ves esto, cada una de estas personas es un premio para mí.

--¿Sigue trabajando tanto como siempre?

--Durante mucho tiempo, a un ritmo de seis álbumes anuales. Para los que no sepan nada de esto: los grandes francobelgas hacían un álbum cada dos o tres años. El trabajo ha sido siempre descomunal. En este momento quizá un poco menos, pero bueno, tengo 75, no 40, y te resientes de un pinzamiento, de una lumbalgia... Ya no sabes si los que te dicen ´no te mueras nunca, no te pongas enfermo, trabaja, trabaja...´ son amigos. Gracias majo, gracias.

--Usted sigue siendo un fenómeno montando colas en ferias y salones. ¿Nota allí cambios en su público?

--Es mi termómetro. Ha cambiado mucho. Con el paso del tiempo hay menos niños y más adultos. Lo entiendo perfectamente. Antes, lo que los niños tenían para entretenerse era el tebeo. Lo compraban, se lo dejaban, lo vendían, lo alquilaban... Ahora tienen pantallitas para disfrutar fabricándose la historieta sin tener que fijar la atención en esos bichitos negros que se llaman letras y que les caen antipáticos.

--¿Pero a usted no le explican muchos padres que los críos siguen cogiendo los tebeos y se enganchan?

--Son cosas bonitas que te dan ánimos para seguir, seguir...

--La época dorada fue la de álbumes como Chapeau el esmirriau, Valor, suerte..., El sulfato atómico , ¿no?

--Pero no salían como álbumes, primero aparecían en las revistas. Tenga en cuenta que se llegaban a hacer tirajes de 300.000 ejemplares. No es broma, ¿eh? ¡Hoy cualquier editor se da con un canto en los dientes por llegar a los 50.000! Era la época de oro de los quioscos, cada semana salían toneladas de material. Y aquí está Mortadelo aguantando el tipo, pero lo demás se ha terminado. Hay esfuerzos, como los salones del cómic, la posibilidad de hacer un museo... Pero esto está muy de capa caída.

--De la historieta clásica quedan usted, Jan... Pero también están el manga, los superhéroes...

--No queda más. Lo demás es pura nostalgia. Trabajando hemos quedados solitos Jan y yo. El manga es otra historia... siempre veo las caras de Heidi y de Marco, los dibujantes de aquí son muy superiores. Hay otras tendencias, además de los super-tíos-cachas: crítica social, historia... Pero se venden en librerías especializadas. La historieta es algo popular y tendría que estar en todos los quioscos.

--¿Y la moda de llamarle novela gráfica al cómic serio?

--Es una manera pija de llamarle a las cosas. ¡Pues claro que es gráfica, si tiene dibujos qué va a ser! Si lo del cómic ya me cayó gordo... ¡Collonades!

--¿Tiene ganas de reírse de la actualidad?

--Las cosas se pueden tomar con sentido del humor. Pero no hago crítica social ni política. Yo aprovecho unos hechos de refilón para poner un montón de gags clásicos de Mortadelo y Filemón. No soy nadie para decir qué está bien y qué mal.

--¿La mejor prueba de su éxito es que de sus historietas han salido frases hechas? ¿Se siente orgulloso?

--Claro. Llega un momento que ya no sé si mis personajes están sacados de la realidad o si hay cosas de la calle que salen de las historietas.

--En sus tiempos usted hizo chistes sobre gitanos y gallinas, gais con pañuelo o mujeres que hoy...

--Cada cosa corresponde a una época. Si algo tuvo éxito fueron las historietas de guerreros matando moros. Tampoco se podría hacer hoy en día, claro.