El universo Star Wars sigue expandiéndose y completándose más allá de la historia oficial que cuentan sus episodios. Ahora se encarga de dotar de entidad a uno de los muchos relatos que forman parte de sus crónicas alternativas, un hecho de vital importancia para el desarrollo del capítulo IV: ¿Quién robó los planos de la Estrella de la Muerte?

Rogue One: Una historia de Star Wars se situaría como un spin-off, una hazaña complementaria, pero al mismo tiempo independiente, con nuevos personajes que se mueven de forma tangencial por las fronteras del núcleo cordial de la saga, aunque terminen siendo fagocitados por él.

Rogue One resulta más libre y menos condicionada a la hora de apostar por paisajes narrativos inéditos. Es una película de guerra, de trincheras sucias y de héroes anónimos que luchan por sus ideales sin épica ni gloria. De auténticos supervivientes que dan su vida por una causa. Una concepción en el fondo muy humilde que choca sin embargo con la tendencia al subrayado y la pomposa retórica visual de cualquier Star Wars.

A Rogue One le sobra énfasis y le falta chispa, autenticidad y capacidad evocadora. El resultado es una película desarticulada alrededor de una anécdota mínima que pretende pasar por aventura extraordinaria cuando en realidad está tan necesitada de carisma que tiene que resucitar virtualmente a varias presencias míticas para que el conjunto adquiera un sentido rotundo.

Rogue One: una historia...

Gareth Edwards