Película tras película, el cine de animación se continúa consolidando como el cuerpo cinematográfico de mayor calidad en la actualidad. Filmes estadounidenses como Buscando a Nemo o Shrek 2 se encuentran en la cima de la creatividad cinematográfica contemporánea.

P3K. Pinocho 3000 no es una obra maestra. Adolece de excesiva recreación en la generación mediante técnicas informáticas de aparatosos espectáculos visuales y el débil núcleo narrativo soporta a duras penas el peso de tantas escenas brillantes aisladamente pero no pensadas en virtud de un todo coherente.

A pesar de ello, esta producción franco-hispano-canadiense coloca otro pequeño eslabón en la cadena de logros creativos del cine de animación español, tras los éxitos de El Cid. La leyenda y Los Reyes Magos .

El cuidado en el diseño de los personajes es admirable, puesto que incluso en los más secundarios se puede percibir el mimo de sus creadores; las escenografías no son brillantes (hubiera sido deseable un mayor trabajo con los fondos) pero la puesta en escena suple esa cierta pobreza con un lenguaje ágil, rico en expresividad e imaginación (especialmente sugerente es el empleo de los colores y la agilidad del montaje sin caer en la fragmentación excesiva).

El hecho de que el filme esté basado en el clásico cuento de Carlo Collodi (el argumento convierte a Pinocho en un robot del futuro al que le crece una nariz mecánica) ayuda mucho para que resulte una obra más infantil que la mayoría del cine animado que puede verse hoy en las pantallas, lo que resulta también de agradecer de cara a los pequeños que componen su gran público.

La profesionalidad y la creatividad, hija de una desbordante fantasía (la escena de la competición de imaginación es paradigmática en este sentido), son bandera de una película que no dejará huella pero que supone un paso más en la evolución de la implicación de la industria cinematográfica española en el cine de animación.