Las 12.190 hectáreas protegidas de la Sierra Grande de Hornachos se sitúan en el centro de la provincia de Badajoz, entre las poblaciones de Puebla de la Reina, en el límite norte, y la de Hornachos, en el sur. Rodeada por las llanas comarcas de la Serena, la Campiña y Tierra de Barros, emerge entre ellas como una isla de bosque mediterráneo culminada por crestas cuarcíticas.

En 1989, en aplicación de la Directiva de Aves (79/409/CEE), se clasifica esta zona como Zona de Especial Protección para las Aves (Zepa), atendiendo a la normativa europea de obligado cumplimiento. Posteriormente, al promulgarse la Ley 8/98 de Conservación de la Naturaleza y de Espacios Naturales de Extremadura, se incluye dentro de la Red de Espacios Naturales Protegidos con la figura de Zona de Especial Conservación (Zec), conservando los mismos límites que la Zepa.

Situación

La Zona de Especial Conservación Sierra Grande de Hornachos es uno de los enclaves montañosos que salpican la comarca de Tierra de Barros, situándose a las espaldas de la localidad de Hornachos, construida en la falda de una de sus laderas, con una ubicación privilegiada. La posición central de la sierra en la comarca hace que sus aguas viertan hacia varios ríos, como el Matachel, Guadámez y Palomillas, que nacen de la escorrentía de estos valles. Hacia el suroeste limita con el Embalse de Los Molinos y con terrenos muy llanos y casi desarbolados, donde predominan los cultivos de secano. Por el noroeste, sus límites son más abruptos, bordeando con otras formaciones montañosas como la Sierra de Miradera, Sierra del Rincón y Sierra de la Pedriza. Hacia el sur se extiende la comarca de la Campiña Sur, salpicada de dehesas y extensos campos de cultivo de secano.

Se trata de la más meridional de las sierras centrales, formando parte de un conjunto de relieves serranos que comienza en la Sierra de Arroyo, continúa por la Sierra de Peñas Blancas y termina en la de Hornachos, dando lugar a un grandioso corredor que emerge en las extensas llanuras circundantes.

Acceso

Las localidades desde donde es más fácil llegar hasta la Sierra de Hornachos son Mérida y Zafra, ambas comunicadas mediante la A-66.

Desde Mérida, siguiendo la A-66 en dirección a Sevilla tomamos el desvío hacia Alange, antes de llegar a Torremejía. Desde Alange se continúa en dirección a Palomas y Puebla de la Reina, y desde allí se llega a Hornachos cruzando la carretera entre Sierra Grande y Sierra de Pinos.

Desde Zafra, y subiendo por la A-66 hacia Mérida, podemos optar por entrar desde Villafranca de los Barros o desde Almendralejo. En el primer caso, hay que llegar hasta Ribera del Fresno y de allí a Puebla del Prior hasta Hornachos. Por Almendralejo, tomar la carretera EX-105, que rodeando las colas del Embalse de Alange, nos conduce hasta Palomas.

Historia

La privilegiada situación de estas sierras, dominando grandes extensiones de terreno, que originalmente debieron estar frondosamente pobladas de vegetación, atrajo la atención de las culturas que terminaron asentándose aquí. En numerosos abrigos en las cuarcitas de las cimas son frecuentes las pinturas rupestres, principalmente del neolítico y de la Edad de Bronce. En los límites de la Zec se hallan los restos de la villa romana de Hornachuelos, pero ha sido la prolongada convivencia con los árabes la que ha dejado más huella en la zona, siendo prueba de ello el castillo de Hornachos, que corona la sierra, y numerosas edificaciones, fuentes, huertos... Y en Hornachos fue donde la cultura morisca perduró más tiempo.

Recomendaciones

La acampada no está permitida, pudiendo pernoctar en los chozos típicos del Area Recreativa La Fuentecita. La presencia de numerosas aves nidificantes, no hace recomendable realizar rutas que no estén señalizadas, así como subir a los roquedos o adentrarnos en las laderas sin caminos.

Rutas

Dentro de esta Zona de Especial Conservación se recomienda realizar una serie de rutas para conocerla en su totalidad y disfrutar de sus bellos parajes.

--Camino de la Umbría. Longitud total: 15 kilómetros. Ruta de larga duración para la que conviene estar bien preparados, por lo que se recomienda realizarla en bicicleta. Partiendo desde la Ermita de San Isidro, un camino va rodeando Sierra Grande a lo largo de toda la umbría, recorriendo las principales zonas de dehesa y matorral y dejando siempre a la vista los crestones cuarcíticos y las abruptas laderas. Atravesamos varios arroyos que bajan de la sierra. El recorrido finaliza en la carretera de Hornachos a Puebla de la Reina.

--Sierra de Pinos. Longitud total: 8 kilómetros. La Sierra de Pinos se rodea casi en su totalidad siguiendo un camino que recorre la parte baja de la ladera. Para comenzar la ruta podemos tomar como referencia la Casa del Mampar. La ruta ofrece buenas vistas de la sierra, pudiendo apreciarse las marcadas diferencias entre la vegetación de umbría y de solana. Algunos olivares muy antiguos parecen formar auténticos bosques. Recorrido interesante para observar aves.

--Camino de las Hachas. Longitud total: 2 kilómetros. Ruta corta pero interesante que nos adentra en las laderas de solana de la sierra. Saliendo del pilar de San Francisco, continuamos el camino que sigue a lo largo de toda la solana. En la finca Las Hachas, es posible ver algunos chozos típicos. Excepcionales vistas de los llanos situados en frente de la sierra, tanto de la Campiña Sur, como de Tierra de Barros. Puede prolongarse la ruta hasta los límites de la Zec.

--Camino de los Escalones-Fuente de los Monos. Longitud total: 15 kilómetros. A las afueras del pueblo parte una senda empedrada que conduce hacia el Castillo árabe. Llegando al alto de las Mozas, continuamos la ruta por la senda moruna, que llega hasta la Fuente de los Moros. Puede completarse la ruta bajando al Arroyo de los Pilones o subiendo al Valle de los Corraletes.

Naturaleza

La Sierra de Hornachos se compone a su vez de dos sierras separadas por una estrecha discontinuidad: Sierra de Pinos y Sierra Grande. Estas sierras aisladas en medio de cultivos, pastizales y dehesas, representan el reducto de la vegetación mediterránea que hace muchos siglos se extendían por doquier, quedando ahora relegada a las pronunciadas laderas donde al hombre, le fue imposible transformar con los medios de que disponía.

Las umbrías de la sierra presentan encinares y alcornocales mixtos, especialmente en las zonas con suelos más profundos y húmedos, generalmente acompañadas de las especies típicas: madroño, durillo, lentisco, jaramacho y brezo rojo.

En la parte de solana, menos abrupta, abunda más la coscoja, acebuche, aladierno y lentisco.

La degradación de las formaciones boscosas de las laderas, ha dado paso en su descenso hacia el llano, a una gran variedad de formaciones adehesadas, matorrales y pastizales.

Aunque aparecen bosquetes puros de alcornocal, son más frecuentes las dehesas mixtas y las de encinar. Aparecen asociados a especies de matorral como retama, jara pringosa, jaguarzo morisco, jara crespa, mirto, torvisco, cantueso o majuelo.

En las zonas más altas de las sierras destacan las formaciones de enebros, que en algunos casos alcanzan gran densidad y llegan a formar auténticos bosquetes.

Todos los cursos fluviales de la ZEC son estacionales, y su caudal desaparece en los períodos secos, especialmente en verano. Por eso, la vegetación está muy adaptada a la falta de agua y las riberas están pobladas principalmente de adelfa y tamujo, en formaciones mixtas o separadamente según las zonas sean más soleadas o frescas. Generalmente, las adelfas se encuentran en las zonas más térmicas, mientras que el torvisco busca más las zonas frescas y las cabeceras de arroyos.

La densa vegetación de las laderas hace inaccesibles algunas partes de la sierra, favoreciendo la nidificación de numerosas especies de aves rupícolas por la seguridad que ofrecen los roquedos y los grandes árboles.

Destaca la presencia en ellos de águila perdicera, con cinco parejas nidificantes, siendo una de las especies emblemáticas de la Zec.

En los cantiles también nidifica el águila real, alimoche, buitre leonado, halcón peregrino, búho real y cigüeña negra.

La abundancia de rapaces es muy significativa, estando también presentes el águila calzada, águila culebrera, ratonero común, milano negro, milano real, elanio azul, cernícalo vulgar, cernícalo primilla y aguilucho cenizo.

El águila imperial ibérica utiliza la zona como cazadero en primavera, pero la importancia de la Sierra de Hornachos es mayor para la especie durante el período de dispersión, siendo frecuente la presencia de varios ejemplares en el área, principalmente jóvenes. Así, la abundancia de especies rapaces, algunas muy amenazadas, fue una de las razones de su inicial declaración como Zepa.

Todas las aves forestales y de matorral están muy bien representadas, como es el caso del trepador azul, agateador, curruca cabecinegra, curruca rabilarga, pinzón vulgar, oropéndola, zorzal charlo, pico picapinos, etc.

En el río Matachel cabe destacar la presencia de un valioso pez, el jarabugo, exclusivo de la cuenca del río Guadiana, que encuentra en sus aguas uno de los principales enclaves de su reducida área de distribución. Entre los mamíferos carnívoros destaca la presencia de meloncillo, gineta y gato montés.