Javier Ruiz Caldera (Barcelona, 1976) presentó ayer en la Mostra de Venecia su tercera película, Tres bodas de más , comedia romántica y gamberrada en toda regla que protagonizan Inma Cuesta y Quim Gutiérrez.

--En una escena, la imagen de una erección da paso a un homenaje a La fiera de mi niña . Eso parece resumir el espíritu de toda la película.

--Sí, es cierto. Desde el principio quise combinar dos escuelas de humor muy distintas: por un lado, las comedias screwball y románticas de los años 30 y 40; por otro, la comedia moderna gamberra que abanderan directores como Judd Apatow y los hermanos Farrelly.

--La comedia romántica maneja códigos muy específicos. ¿Se sintió limitado por ellos?

--No, porque mi idea no era subvertir sino asimilar una narrativa clásica y adaptarla a los nuevos tiempos. Aquí la protagonista es una mujer, y eso es algo que en la comedia española no se había hecho antes. En general, es el hombre quien se encarga de generar el humor. Yo quise que fuera ella la que es torpe y se cae todo el rato, o la que se emborracha y al día siguiente no recuerda con quién se acostó.

--En Spanish Movie rindió tributo a las spoof movies , y Promoción Fantasma homenajea a las comedias de high school de los 80. Tres bodas de más , en cambio, parece más centrada en contar una historia.

--Sí, la referencia de mis dos primeras películas era el propio cine, y en Tres bodas de más hablo de personajes reales con los que te puedes sentir identificado. De hecho, la historia surge de una anécdota real: una amiga que en un mismo mes fue invitada a las bodas de tres de sus exnovios.

--¿Por qué hay tantas comedias ambientadas en bodas?

--Las bodas, por un lado, reúnen a gente que hace tiempo que no se ve; por otro, en ellas se despliegan emociones muy primarias y muy exacerbadas, y sobre todo se consume mucho alcohol. Las posibilidades cómicas de esa mezcla son infinitas.

--¿Existe una fórmula para hacer reír?

--Estoy casi seguro de que no. La gracia es algo innato, se tiene o no se tiene. En todo caso, el buen cómico es aquel que es capaz de sacudirse el ego de encima, porque no hay otra forma de ponerse frente a la cámara y empezar a hacer el payaso. Y eso es aplicable también a los directores: hacer comedia no te proporciona premios y prestigio. Ojo, que yo tengo mucho ego, pero para hacer mis películas lo aparto a un lado.