El cine francés tiene tanta inclinación por las historias de vacaciones en el campo como el español por las de la guerra civil. La única en decir la suya sobre el tema es Julie Delpy, que ayer se metió en el bolsillo al público de San Sebastián con Le Skylab , su nueva película como directora --también es guionista y parte del reparto--, que retrata la reunión de una familia para el cumpleaños de la abuela en 1979. "La película es un homenaje a mi madre", explicó ayer Delpy, que compite con ella por la Concha de Oro.

"Dudé mucho tiempo antes porque no era fácil para mí". Su madre, la actriz Marie Pillet, murió un año y medio antes de rodar la película. Su padre, Albert Delpy, también aparece en Le Skylab . Durante casi dos horas, casi dos docenas de personajes cantan canciones, juegan a las cartas, van a la playa, se cuentan historias de miedo a oscuras y, sobre todo, comen y beben. De nuevo, nada que el cine francés no hay hecho antes, pero aun así Delpy sabe insuflar cierta frescura a la fórmula gracias a su aire festivo, al trabajo de sus actores y de un puñado de momentos de humor realmente inspirados. Es una pena que Le Skylab carezca de sentido del ritmo y del foco, en parte por sus manidas meditaciones sobre la herencia colonial francesa, el Mayo del 68, las fracturas generacionales o la pena de muerte. En lugar de conformarse con ser una comedia, se empeña en ser algo más.

Por otra parte, el director japonés Hirokazu Kore-eda concursa por cuarta vez en San Sebastián, donde ayer presentó I wish , la tierna y bella historia de dos hermanos que viven separados (uno con su madre y el otro, con el padre) y sueñan con volver a juntarse. Hoy será el día, en el festival, de La voz dormida , la película de Benito Zambrano basada en la novela de la escritora extremeña Dulce Chacón, muerta en 2003, sobre un grupo de presas en la posguerra franquista. El filme compite en la Sección Oficial del festival.