Inocente". "Inocente". "Inocente". "Inocente". La expresión inglesa not guilty (no culpable, en traducción literal) no dejaba de oírse ayer en el tribunal de Santa María (California) donde se ha celebrado el juicio contra Michael Jackson. No sólo la gritaban los fans, sino que la leía una y otra vez una empleada del juzgado, transmitiendo el veredicto que, tras 32 horas de deliberación, ha alcanzado un jurado que en los últimos días ha tenido en sus manos el destino del artista.

Jackson, de 46 años, se enfrentaba a 10 cargos, incluyendo cuatro de abusos sexuales de un menor de 13 años enfermo de cáncer. Desde esa lectura del veredicto, recibido con sorpresa por algunos y con alivio, emoción, alegría y lágrimas por otros, Jackson es inocente. Y libre. Neverland prometía ser una fiesta. Y sus seguidores gritaban orgullosos: "El rey del pop ha vuelto".

Fue minutos después de las doce y media del mediodía en otro soleado día de California cuando la noticia empezó a correr como dinamita en el complejo judicial, donde se habían instalado más de 2.000 periodistas y varios centenares de fans. La maquinaria mediática, que lleva en marcha desde que a finales del año 2003 la policía ejecutó una orden de registro en el rancho de Neverland, empezó a echar humo. Y una comitiva de tres todoterrenos abandonó el rancho camino del tribunal.

PASEILLO RITUAL Cerca de una hora después, Jackson llegó al tribunal. Fue recibido por el abogado que ha logrado que sea declarado inocente, Thomas Mesereau, rival del mismo fiscal que en 1993 intentó también sin éxito procesar por abusos sexuales a un menor al cantante, Tom Sneddon. Bajo la protección de un paraguas negro y ante la mirada de todo el mundo, realizó ese paseíllo que se había convertido en una especie de ritual. Y, como cada día, pese a la evidente tensión, tuvo un gesto hacia sus seguidores, a los que saludó.

Una vez sentado en la sala, la tensión seguía creciendo. El juez Rodney Melville anunció los pasos siguientes y advirtió al público presente en la sala -entre los que había seis fans españoles-- que no toleraría reacciones "ni de infelicidad ni de júbilo. Esta es una sala de ley --dijo--. Y esto va a ser digno".

La tensión se hizo casi insoportable cuando Melville empezó a abrir uno tras otro los sobres con la decisión sobre cada uno de los 10 cargos, cuatro de los cuales, relacionados con dar alcohol a un menor, tenían dos veredictos, pues podían ser evaluados como delito o como falta. Luego se los dio a la empleada del tribunal. Arrancó la lectura. Y llegó la no culpabilidad, que es la inocencia, y que es sinónimo de libertad.

Hubo en la sala también una lectura de un comunicado elaborado por las ocho mujeres y cuatro hombres del jurado. Saben que han estado "bajo la mirada de todo el mundo". Quieren que todo el mundo sepa que ellos han "estudiado profunda y meticulosamente todas las pruebas y testimonios presentados desde el 31 de enero del 2005". Quieren que su veredicto quede como testamento de su "fe en el sistema judicial". Y querían intentar volver a sus vidas privadas "todo lo que sea posible".

Sonaba realmente utópico. Incluso el juez Melville, tras escuchar el veredicto, les animó, aunque explicó que era sólo un consejo, a hablar con la prensa, un paso que él considera que contribuye a mantener la salud del sistema.