Que Isaki Lacuesta (Girona, 1975) es un cineasta inusual en el panorama español es algo más que sabido. Que se atreva con una película de aventuras que coquetea con el género de bandidos y el spaghetti western no lo es tanto. Al menos, no lo era hasta ayer, cuando el director presentó en el Festival de San Sebastián Los pasos dobles , un personalísimo y algo raro viaje a Africa que rinde homenaje a Miquel Barceló y a su adorado François Augiéras, pintor y escritor maldito francés (1925-1971). El cuento de Lacuesta no cosechó ovaciones a pesar de estar firmado por uno de los autores más respetados por la prensa.

La primera vez que Lacuesta oyó hablar de Augiéras fue por boca de Miquel Barceló. El artista mallorquín le narró la historia del eremita francés que, como él, vivió en Africa y que en la década de los 50 pintó un búnquer de la segunda guerra mundial. Años más tarde, Augiéras lo encontró lleno de grafitis, así que lo inundó de frescos para hacer algo así como la Capilla Sixtina africana y lo tapió con la esperanza de que futuras generaciones lo encontraran. Mientras Barceló le contaba la historia del personaje, con el que el mallorquín se identifica por "su forma de estar en el mundo", Lacuesta no pensó en hacer ninguna película.

Sin embargo, casualidades del mundo del cine, a los dos años recibió la llamada de unos productores que le comentaron la idea de realizar un filme sobre Miquel Barceló en Africa. Dicho y hecho. Lacuesta y su equipo pusieron rumbo a Mali. Pasaron los meses y el material rodado era tanto y tan diferente que, al final, Lacuesta optó por dividirlo en dos. La primera parte es Los pasos dobles . La segunda es El cuaderno de barro , que refleja de lleno el mundo y el trabajo del autor de la cúpula de la ONU en Ginebra.