Pocas actrices o actores cuentan en su haber con el detalle de haber popularizado el nombre de una prenda de ropa. Ocurrió en 1940 con Rebeca , el primer filme rodado por Alfred Hitchcock en Hollywood. Joan Fontaine interpreta a la segunda esposa del personaje interpretado por Laurence Olivier. Rebeca es el nombre de su anterior mujer, fallecida en trágicas circunstancias. Pero es Fontaine la que viste siempre con una chaqueta de lana fina abierta por delante que, a partir de ese momento, sería conocida popularmente como rebeca.

Es una prenda elegante. Y Fontaine fue siempre una actriz muy elegante, dotada más para los personajes dramáticos que para los cómicos, para los atormentados --como el de Rebeca , angustiada por la influencia de la primera esposa muerta-- que para los frívolos, aunque lejos de la pantalla amara la gastronomía y pilotara avionetas.

Fontaine falleció ayer en su casa de Carmel (California). Tenía 96 años, uno menos que su hermana, la también actriz Olivia de Havilland. Nació en 1917 en Tokio (donde trabajaba su padre como abogado de patentes) con el nombre de Jean Beauvoir de Havilland, Joan adoptó como nombre artístico el apellido del segundo esposo de su madre. Así se diferenció de Olivia, con quien siempre rivalizó en la vida privada y en la profesional hasta el punto de dejarse de hablar en los últimos años. En 1942 fueron nominadas las dos al Oscar a la mejor actriz, Fontaine por Sospecha , su segunda colaboración con Hitchcock, y Havilland por el melodrama Si no amaneciera . Ganó la primera y la rivalidad aumentó, aunque luego Havilland logró un par de estatuillas y su hermana no repitió.

Fontaine compaginó cine y teatro mientras su hermana se convertía en la pareja perfecta de Errol Flynn en películas de aventuras y wésterns. Los géneros de acción no fueron sus predilectos, aunque cumplió en títulos como Gunga Din (1939) e Ivanhoe (1952). De carácter más sensible e imagen más retraída, Fontaine supo en todo momento rentabilizar muy bien los frágiles papeles que interpretó a las órdenes de Hitchcock: en Rebeca cree que su esposo aún sigue enamorado de su anterior mujer, y en Sospecha está convencida de que su marido es un asesino. Tanto es así que protagonizó junto a Orson Welles Alma rebelde (1943), adaptación de la novela de Charlotte Brontë, Jane Eyre, que ya estaba en la base de la triste historia de Rebeca .

Pero su mejor composición dramática la efectúo en Carta de una desconocida (1948), espléndida versión de la novela de Stefan Zweig realizada por Max Ophüls, un cineasta tan elegante y sensible como podía serlo entonces Fontaine. Aunque fue Rebeca el filme que la consagró, esta historia de una mujer que le escribe antes de morir una carta al hombre al que ha amado, y que ni siquiera se acuerda de ella, certificó en pantalla el estilo de una actriz a contracorriente de lo que marcaba el canon de la actuación femenina en el cine de Hollywood.

Supo ser igualmente mujer ambiciosa y perversa en Born to be bad (1950), de Nicholas Ray, y Más allá de la duda (1956), de Fritz Lang, en esta última componiendo el personaje más ambigüo de toda su trayectoria. A partir de los 60 fue espaciando mucho sus trabajos pero demostró suficiente ductilidad para pasar de un divertimento medio fantástico como Viaje al fondo del mar (1961) a otra notable adaptación literaria, Suave es la noche (1962), según la novela de Francis Scott Fitzgerald.

Apartada del cine desde 1966, apareció en varias series de televisión (Vacaciones en el mar, Cannon, Hotel ) y siguió sin reconciliarse con su hermana, más activa en materia cinematográfica.