Lo sorprendente no es haber alcanzado los 100 años de vida, sino hacerlo en la incesante actividad de un rodaje. El director de cine portugués Manoel de Oliveira soplará el jueves las 100 velas de su tarta mientras filma su última película, Singularidades de una chica rubia , en la que trabajan tres de sus nietos, y aunque asegura que ha hecho las películas que ha querido añade que hay otras que le hubiese gustado hacer. Pero "no hay tiempo para todo".

Aunque, espera, que sí lo haya para una más. Ya la tiene pensada. Se trata de El extraño caso de Angélica , un proyecto de los años 50 rechazado por la censura que ahora actualizará. Si en el guión original la historia se centraba en la persecución nazi de los judíos, medio siglo después estos pasan a ser los opresores de los palestinos, según explicó el cineasta ayer en una multitudinaria rueda de prensa en Lisboa.

Oliveira se reveló como un empedernido optimista: "No dejaré de trabajar. Si no tengo dinero para hacer películas de ficción volveré a los documentales", aseguró, en referencia a sus pinitos en este género cuando la historia del cine todavía andaba en su periodo mudo. "No se sabe de dónde venimos ni adónde vamos. Es un secreto. Vivimos de la esperanza, que es lo último que la naturaleza dejó al hombre", dijo desde la sabiduría de su longevidad.

Cien años dan para hacer un buen balance. "El destino determina nuestras vidas", dijo al tiempo que se mostró satisfecho de su vida. "Como a casi todo el mundo, lo que me gustaría es volver a vivir mi juventud". Realizó las casi 50 películas de su filmografía pensando más en sí mismo que en el espectador.