Rilke venía a decir que el que se aburre en la vida cotidiana, porque le parece pobre, es que no es buen poeta por no saber apreciarla. Algo que no le pasa a la premio Nobel polaca Wislawa Szymborska, quien en su libro Instante , que acaba de salir en España, "sublima lo cotidiano, lo trasciende con humildad y humor hasta elevar al individuo a lo más alto".

Así lo define la ensayista y crítica literaria Mercedes Monmany quien ha escrito el prólogo de Instante , el primer libro de poemas que ha escrito Szymborska tras recibir el Premio Nobel de Literatura en 1996, y por Igitur. Un libro que constituye una forma de acercarse y conocer más y mejor a esta poeta y narradora, que nació en la ciudad polaca de Bnin en 1923, y considerada una de las más importante de su país.

PORTAVOZ HEROICA Szmborska, recuerda Monmany "ha pasado por todas las vicisitudes a lo largo del siglo XX, se la exigió ser la portavoz heroica de la sociedad. Su portavoz civil en un momento político que quedó reflejado en sus primeros libros; pero luego abandona esto, pone límites y expresa la humildad de la tarea del poeta, y con mucha ironía se distancia de las cosas y renuncia a esos dogmas y promesas ideológicas para volver a su origen de poeta".

Cuando en 1996 la concedieron el Nobel "era una desconocida para el mundo salvo para los especialistas, y pocos sabían de la magnífica y engañosa claridad de sus visiones falsamente placenteras, de su mundo perturbador, mundo metafísico aparentemente en calma y sin angustia alguna, de su terca insubordinación, de su inquietante trasmisión de dudas y sabiduría al mismo tiempo", precisa Monmany.

Hoy, a sus 81 años, esta mujer vive en Cracovia, donde estudió Literatura y Sociología, y distanciada de cenáculos culturales y observando minuciosamente todo lo que ocurre a su alrededor, como los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, a los que dedica un poema en el "que se fija en las personas que uno a uno iban saltando desde las ventanas de las torres".