Mérida q El coreógrafo Rafael Amargo inició anoche la cuenta atrás para su despedida de los escenarios con su regreso al Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida convertido en Dionisio, el dios griego del teatro, el vino, el éxtasis y la fertilidad en un surtido espectáculo que aúna flamenco, ballet, danza contemporánea y efectos audiovisuales. La obra, que también se puede ver hoy, es un homenaje a esta deidad de la Grecia clásica (Baco para los romanos) que nunca fue protagonista, sino que quedó relegado a un segundo plano por ser hijo bastardo de Zeus. En su presentación, Amargo, que además de encarnar al dios del frenesí, dirige el montaje, la definió como una propuesta ecléctica que fusiona distintos géneros con la palabra como hilo conductor. Se trata de una historia que transcurre «del bien al mal, del amor al odio y de lo bello a lo que no lo es», desde la elegancia del ballet y lo visceral del flamenco.